Hoy les traigo la primera reseña dedicada a la australiana Grace Kathleen Elizabeth Shaw, más conocida como Mallrat. Que ya llamó mi atención (junto con la de buena parte de la crítica internacional) con su álbum de debut en 2022, "Butterfly Blue". Que contenía la excelente "Teeth", la cual formó parte de mi lista de 20 mejores canciones internacionales de 2022. Pese a lo cual no me decidí a reseñar el álbum completo, pues el rock atmosférico que mayormente encerraba me pareció una propuesta musical aún por definir, y de resultados un tanto irregulares. Sin embargo, tres años después aquí estoy hablándoles de su segundo disco, "Hit My Face Like A Straight Right". Que me ha parecido un álbum mucho más maduro y definido estilísticamente. Y que además de contener unas cuantas grandes composiciones, destaca por una sonoridad futurista tan evocadora como original.
Y es que nos encontramos ante uno de esos cada vez menos frecuentes discos en los que importa más el concepto que las canciones, más el todo que las partes. Rodeada de un elenco de productores australianos que demuestran una contemporaneidad tecnológica poco frecuente, la voz de Mallrat es un mero complemento para una docena de canciones evocadoras, que afrontan el reto de sonar distintas aunque todas pretenden desenvolverse por la misma atmósfera, envolvente y de profunda carga emocional. Con el reto adicional, tan habitual en los últimos años, de tener que despachar el resultado en poco más de media hora. Una premura impuesta por las nuevas formas de consumir la música, pero que hace que algunas canciones dejen la sensación de que podrían dar más de sí. No obstante, la evolución del estilo de la australiana y la seguridad en lo creado resultan evidentes.
El giro estilístico se aprecia ya desde el primer corte, "My Darling, My Angel": un medio tiempo con esa atmósfera envolvente y ese sonido futurista y delicado a partes iguales al que acabo de aluidr, sin apenas percusión y con múltiples voces procesadas haciendo complejos giros con los que complementan una sencilla melodía que sirve a la vez de estrofa y estribillo en los escasos dos minutos que dura el tema. Y que sitúa al melómano para lo que vendrá a continuación. Empezando por "Pavement", cuarto sencillo y posiblemente el tema estrella del disco. Otro medio tiempo de ritmo sincopado, esta vez con una percusión programada en primer plano para vertebrar rítmicamente la composición. Shaw canta con gran delicadeza otra melodía en el que, sin embargo, la atmósfera es más importante que la instrumentación. Con detalles tan particulares como el de dejar el peculiar estribillo para un sample de "Born 2 Lose" de DJ Zirk y Buckshotz, y el segundo estribillo para unas voces distorsionadas en notas muy altas que le otorgan aún más originalidad a una canción llamativa y disfrutable a partes iguales. "Something for Somebody", el tercer corte, baja el tempo y nos ofrece una de las baladas más originales de la temporada, con unos teclados que parecen reproducidos al revés, una guitarra eléctrica que los productores consiguen armonizar con semejante despliegue sintético, otra acústica a partir de la segunda estrofa, y un precioso estribillo que es pura dulzura ("And He's no lullaby, But he's alright, And you know I can't lie, yeah I'm still thinking 'bout ya all the time"), aunque mi parte favorita son los intervalos instrumentales que le siguen, con ese sintetizador chirriante que, sin embargo, aquí parece lo más natural. Aun así, prefiero el siguiente corte: "Virtue", mi favorito de los temas que no se han escogido como sencillos. Casi una nana bucólica (si no fuera por su atmósfera futurista), las voces procesadas (con evidentes samples de "Butterfly", a cargo de la banda Rajaton) que acompañan por ambos canales durante todo el tema la interpretación de las estrofas son fantásticas. Y los efectos que va introduciendo el productor Casey MQ para evolucionar el tema, todo un tratado de lo que se puede lograr actualmente con la tecnología y los estudios de grabación disponibles. Así que aunque Mallrat y Casey "fusilen" la progresión armónica y la estructura de buena parte del tema de Rajaton, el resultado es de gran valor por sí mismo.
El álbum mantiene su gran nivel con "Defibrillator", otro de los temazos que, paradójicamente, no han sido seleccionados como sencillo. Nuevamente la atmósfera, con percusiones intermitentes que acompañan a la ruidista batería principal y a los teclados del comienzo, es lo más importante. Pero aquí en el estribillo Mallrat y los productores Lonelyspeck, Styalz y Fuego sí se atreven a subir la intensidad, y aunque no podamos calificarlo de contundente, sí que dejan la delicadeza en segundo plano y la sustituyen por una mayor intensidad. Sin olvidar las voces postprocesadas que acompañan la desnuda segunda repetición del estribillo, un acierto más que pone de manifiesto el gran trabajo creativo a nivel instrumental del disco. El sexto corte, "The Light Streams In and Hits My Face", es poco más que un interludio perfectamente enlazado con la propuesta del resto del disco, si bien contiene una breve interpretación vocal de Ross que le otorga cierto interés. "Hocus Pocus", con la colaboración del también australiano Kito, fue el segundo sencillo el pasado otoño. Más rápido que los temas anteriores (casi parece una revisión del ya lejano drum&bass), es un momento agradable que se mueve por parámetros similares a las canciones anteriores. Pero a pesar de detalles como una parte de nueva de notas rápidas, casi declamada, y de las ya habituales voces postprocesadas en notas muy altas que acompañan a los tramos instrumentales tras el estribillo, no me parece de los mejores pasajes del álbum. En cambio, "Hideaway", recientemente seleccionada como quinto sencillo, creo que se reivindica como el otro gran momento a nivel comercial de estas doce canciones. Incluso a nivel visual, gracias a su impactante videoclip de fantasía medieval. Estamos ante tres minutos justos, envolventes e infecciosos a partes iguales desde su mismo comienzo, adornados con más voces juguetonas, un teclado machacón para llevar la progresión armónica, y la voz de Shaw en primer plano. El puente, de melodía sencilla y notas altas, hace un gran trabajo para anticipar el que sí va a ser el estribillo más bailable del álbum. Aunque ello no está reñido con una preciosa melodía y una letra que es puro hedonismo. Sólo se echa de menos una parte nueva o una mayor duración, pero para ello sirve precisamente el siguiente corte, "Love Songs / Heart Strings", que si bien encierra una melodía diferente a la del corte anterior, es una especie de coda del mismo, ahora sí con un bombo contundente en primer plano y el tempo más alto del conjunto.
"Ray of Light" (no confundir con el clásico de Madonna) fue el sencillo que anticipó el disco el pasado mes de Agosto. Aquí estaban ya las texturas envolventes, las percusiones sincopadas y los sonidos vanguardistas que a la larga se han convertido en la seña de identidad de la australiana. Pero a pesar de que se trata de una composición correcta, la propuesta radical de su estribillo (presidido por las voces procesadas de Shaw llevadas al extremo, sin otra melodía más accesible que las vertebre) hace que el resultado no sea fácilmente digerible, y funcione más como aviso pretérito de la evolución musical de la australiana que como uno de sus temas de cabecera. El penúltimo corte, "The Worst Things I Would Ever Do", es el único que entronca de manera natural con la propuesta de rock alternativo y toques contemporáneos que caracterizaba "Butterfly Blue". Algo sobre lo que ya nos previenen los rasgueos de guitarra eléctrica del comienzo (con varios pedales de por medio eso sí), que anticipa otra canción aún envolvente pero con más nervio, una batería real y un bajo eléctrico. Y que se sirve de una composición larga y trabajada, como lo refleja su doble estribillo, y el tramo instrumental más ruidista del conjunto. En todo caso, lo que nos ofrece es una energía contenida, que no se desborda, en la línea de la de su "Teeth", Y el cierre lo pone "Horses", publicada como tercer sencillo justo antes de que terminara 2024. Quizá lo de colocar al final del tracklist tenga que ver con su instrumentación más acústica (como lo reflejan las dos guitarras que suenan por ambos canales desde el comienzo). Posiblemente sea el tema mejor interpretado por Shaw, algo a lo que la descarnada letra de su estribillo ayuda ("Hey, I'm right here. I look different now, do you remember?"). Sin embargo, en mi opinión su sencillez instrumental, incluso teniendo en cuenta la sorpresa de su piano final, la aleja de los mejores temas del disco.
A pesar de mi reseña positiva, lo cierto es que este segundo disco ha pegado un importante bajón a nivel comercial respecto al primero. Algo seguramente motivado, aparte de por su arriesgada propuesta, por una terna de sencillos de anticipo que no figuran a mi modo de ver entre sus momentos más destacados. Pero la realidad es que en sus escasos y un tanto apresurados treinta y cuatro minutos, "Hit My Face Like A Straight Right" contiene un puñado de canciones brillantes tanto a nivel creativo como instrumental. Y sobre todo, una forma de entender el pop contemporáneo muy adelantada respecto a la que nos ofrecen los artistas mainstream, hasta el punto de que no es aventurado pensar que tal vez marque el camino para algunos de ellos en los próximos años. Lo malo es que el "segundo álbum" suele ser el que define, para bien o para mal, la carrera de un artista, y pese a las indudables virtudes de "Hit My Face Like A Straight Right", no cabe duda de que la de Brisbane esperaría otra repercusión tras tanto tiempo y tanto esfuerzo en pulir su propuesta. Así que no me atrevo a vaticinar qué sucederá en próximos años con ella, si mantendrá esta senda de originalidad, si buscará una mayor comercialidad dejando atrás el riesgo estilístico... Otra opción sería que tire la toalla; esperemos que no sea el caso.