martes, 20 de noviembre de 2012

Cat Power: Sun (2012)

La reina indiscutible del indie norteamericano, Chan Marshall (más conocida como Cat Power) por fin ha encontrado el sonido que tantos años llevaba buscando. Transcurridos 6 años desde su último disco de canciones nuevas (el correcto pero excesivamente convencional "The greatest") "Sun" supone una meritoria vuelta de tuerca en su carrera. Y que además confirma que riesgo y reconocimiento pueden ir unidos de la mano, pues el disco no sólo ha sido top ten en su país, sino también en Francia, Suiza, Bélgica...

Para poder lograr ese sonido tan personal, Marshall ha optado por reducir al mínimo el número de colaboradores: produce todos los temas, y salvo la guitarra, el piano y el bajo en "Cherokee" y "Ruin", toca todos los instrumentos. Un esfuerzo extra que probablemente explique la tardanza en la publicación de "Sun", pero que evidencia su incuestionable talento musical no sólo como compositora, sino también como instrumentista. Además, ha abrazado con habilidad los sintetizadores y demás instrumentos electrónicos, pero no para subirse al carro de las modas, sino para lograr un sonido contemporáneo que no por ello deja de lado su pop-rock-soul-folk tan característico.

Eso sí, tan loable esfuerzo en la instrumentación ha impactado más de lo deseable en las composiciones: hay un innegable abuso de una única progresión armónica en la mayoría de los temas, y con frecuencia la melodía vocal de los mismos es difusa, a veces incluso forzada (me imagino que, problemas vocales aparte, de ahí el recurso a cantar a dos tonos casi todas las frases del disco, lo que le resta espontaneidad y afea la impresión sobre sus cualidades vocales).

Ahora bien, durante los cuatro primeros temas la sensación es que estamos ante un álbum irrepetible: "Cherokee" es una excelente carta de presentación, con su melancólico arpegio de piano, sus aditamentos electrónicos y su opresiva letra ("Bury me, marry me to the sky..."), ; "Sun" es un tema atmosférico, envolvente, una estupenda metáfora de nuestra estrella; "Ruin" es una maravillosa superposición de pianos... que se detienen justo para dar paso un enérgico estribillo rockero y hasta bailable; y "3, 6, 9" es una sensacional progresión armónica sobre la que Marshall construye un medio tiempo de puro soul sensual con una instrumentación y unos juegos de voces personalísimos.

La lástima es que a partir del quinto corte el nivel baja bastante. Aún hay un par de buenos momentos ("Real life" es un tema oscuro y un tanto corto sobre un colchón de sintetizadores con efectos trémolo y "Silent machine" es un tema no del todo aprovechado construido a partir de un potentísimo riff de guitarra, una doble percusión y un interludio cacofónico de voces), pero en general son temas sin inspiración, que fluctúan entre lo anodino ("Always on my own", "Human being"), lo simplón ("Manhattan") y lo directamente fatigoso (esos ¡10 minutos! de "Nothin' but time" con dos únicos acordes y una desafinada colaboración vocal del completamente acabado Iggy Pop).

En definitiva, es una pena que falten 2 o 3 temas más de talento, porque podríamos haber estado hablando no de un buen disco sino del álbum del año y de la consagración definitiva a nivel mundial de una artista que lleva muchos años ya en la carretera. Con todo, esperemos que sus problemas de salud, su alcoholismo y sus dificultades económicas (acaba de cancelar su gira europea) no le impidan seguir por esta línea en un futuro: la senda abierta lo merece.

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