El que hoy les traigo es el primer álbum que reseño por aquí del dúo londinense IDER. Aunque debo adelantarles que no se trata de unas desconocidas ni para mí ni para este humilde blog. Y es que el debut de Megan Markwick y Lily Somerville en formato álbum ("Emotional Education", allá por 2019), aun cuando a mí me pasó desapercibido, les granjeó el interés de la crítica y unas altas expectativas en el panorama alternativo gracias a notables canciones como "Mirror" o "Brown Sugar". Unas expectativas que, por desgracia, no fueron corroboradas en su segunda entrega, "Shame" (2021), tal vez por la premura a la hora de ser concebido y publicado: sólo contenía ocho cortes, y aunque había un par de canciones fantásticas, como la infecciosa "CBB to B Sad", que formó parte de mi lista de mejores canciones de 2021, la mayoría de sus temas eran poco más que relleno. Tan pobre fue su repercusión que incluso llegué a dudar de la continuidad del dúo. Pero tal vez este bajón fue el acicate que ha motivado el salto de calidad alcanzado por este "Late to the World". Un disco que, de manera reveladora, ha tardado el doble de tiempo que su predecesor en ser concebido, y en el que parece que los cuatro años se han invertido no tanto en revisar la personalidad musical del dúo como en asegurarse de que poseían el número suficiente de buenas canciones. Algo que, sin duda, han conseguido.
Porque de las doce composiciones que lo conforman, una decena mira de tú a tú a los mejores momentos de sus dos entregas anteriores. Y eso es mucho decir. Gracias a esos mimbres creativos tan poderosos, el resto es dejar hacer a Somerville y Markwick para que desplieguen sus sencillas programaciones, sus teclados originales e infecciosos, sus mordaces guitarras y, sobre todo, esos fantásticos juegos vocales en los que sus melodías se entrecruzan y se complementan sin necesidad de exhibirse, llevando sus interpretaciones a una dimensión que pocas bandas con dos vocalistas son capaces de alcanzar. Todo ello, por supuesto, sin dejar de lado esas letras que parecen casi extraídas de sus diarios personales, y que tocan temas universales como el desamor, la soledad o la ilusión pero desde el feminismo bien entendido de la segunda década del siglo XXI. Y con un evidente afán de primar el conjunto sobre uno o dos temas estrella; que rectificar es de sabias.
Con buen criterio, el álbum lo abre "Late to the World", el tema que le da título. Porque ya desde el principio nos adentra en las que serán las señas de identidad de estos doce cortes: arreglos electrónicos nada estridentes sobre los que desarrollar unas inspiradas melodías a dos voces que vehiculan unas letras cínicas, infecciosas y siempre inteligentes. En este caso, además, le añaden la sorpresa de las guitarras distorsionadas al final del segundo estribillo, y una batería contundente, de ritmo sincopado, al comienzo de la segunda estrofa, y más convencional conforme va avanzando. El saludable contraste entre los coros angelicales de su tramo final, los estruendosos platillos de la batería y los pedales superpuestos de la guitarra pone la guinda a un temazo de pop-rock de gran personalidad que fue escogido hace unos meses como cuarto sencillo. Le sigue "Attachment Theory", el sexto sencillo, más melódico y que deja entrever la sensibilidad a dos voces femeninas de sus admiradas Fleetwood Mac. Al igual que la anterior, tanto estrofas como estribillos llaman la atención por largos y elaborados. Y el tempo alto no es óbice para que lo enriquezcan con su conocida pátina de sensibilidad melancólica, reforzada por unos teclados de sonoridad industrial que ponen el acertado contrapunto. "Unlearn", tercer corte y segundo sencillo, tal vez sea el momento más prescindible del disco. Se entiende lo que pretenden con él, un tema de rítmica hip-hop e interpretación vocal más agresiva que melódica. En ese sentido el tema funciona, pues resulta francamente reconocible, y su letra descarnada ("You call it love, I call it trauma bonding...") encaja perfectamente con la música, pero solamente el puente posee la musicalidad que las caracteriza, por lo que al final resulta un islote a contracorriente en un álbum que por lo demás discurre con una fluidez incontestable. Afortunadamente, el siguiente corte, "Girl", que por cierto fue elegido como el primer sencillo para anticipar el disco hace ya un año, con su tempo alto, su bombo en primer plano y esos teclados gélidos sobre los que Somerville declama primero y canta después suponen un saludable ejercicio de llevar la música de baile a su terreno, como si de unas Underworld femeninas se tratara. La sorpresa del cambio de tonalidad conforme comienzan las repeticiones finales del estribillo es una nueva evidencia de que esta vez sí que han dedicado el tiempo necesario a rematar sus composiciones, y el resultado lo agradece.
Con "Know How It Hurts", seleccionada como quinto sencillo a finales del año pasado, el dúo entrega el que seguramente sea uno de los mejores momentos de su carrera: un tema de pop rápido y con la sensibilidad a flor de piel, que entra poco a poco con su melodía de notas bajas, casi susurradas, pero que va creciendo hasta llegar a un luminoso estribillo de letra paradójicamente desabrida ("You don't have to hide it, I know how it hurts") que remata un fantástico tramo instrumental en el que el arpegio de guitarra de Somerville es tan brillante que cuesta creer que no se trate de una versión de, por ejemplo, New Order. Si a eso le añadimos una estupenda parte nueva en otra tonalidad a la que, sin embargo, la continuidad en el loop de sintetizador le permite enlazar con el resto del tema, se entenderá mejor la bondad de lo producido. Aunque aún falta un nuevo cambio de progresión armónica cuando entra un sintetizador más justo antes del cierre. Otro hecho que evidencia las ganas del dúo por reflotar su carrera con temas ágiles y sonoridad contundente es que no es hasta el sexto corte que aparece la primera balada del disco: "Hard Enough to Let You Go". Una balada que, por otra parte, raya a gran altura, porque mantienen su sensibilidad con una melodía de tonos bajos y una sonoridad envolvente hasta que aparecen, primero, la batería programada de sonoridad hip-hop, y luego, las segundas voces que facilitan la transición de lo que resulta ser solamente el primer estribillo a un segundo estribillo que pone los pelos de punta con su dolorosa sinceridad. Otra gran parte nueva y los teclados reverberados mezclados con el volumen justo para que no adquieran demasiado protagonismo rematan el resultado, en un ejercicio que ilustra cómo puede crearse una gran balada en el año 2025. "Zero", el séptimo corte, vuelve a apostar por los teclados arrítimicos y con un punto chirriante de "Unlearn", pero el conjunto es un poco más melódico. No tanto en unas estrofas originales aunque un tanto difíciles de digerir, sino en un estribillo que sí es propio de las mejores IDER. Un teclado que intenta aportar un punto melódico a su segunda estrofa y más juegos de voces (ese machacón "Where we go we only go nowhere" repetido hasta el final) son lo más destacado de un pasaje que no desentona pero que tampoco destaca. Algo que sí aplica al que ahora mismo es mi tema favorito del disco: "You Don't Know How to Drive", en su momento escogido como tercer sencillo, es una absoluta maravilla de pop intemporal que arranca irresistible con un duelo perfecto entre la guitarra eléctrica y el sintetizador principal, uno por cada canal, y que en seguida da paso a una letra de temática road movie pero reconvertida en una acerada crítica a una relación sentimental tormentosa. Ya en el puente el juego de voces raya a gran nivel, pero es en un maravilloso estribillo, todo un ejercicio de condensación de melodía y notas en tan sólo dieciséis compases, donde se aprecia mejor la calidad de la canción. Sin olvidarnos de una de las letras más contradictorias y a la vez descarnadas de los últimos años ("I wanna fuck you up in the middle of a bar, Wanna lose my cool tell everyone who you are, Drag your name and take it too far, yeah slag you off all over town"). La repetición final del estribillo con la guitarra acústica llevando los acordes en primer plano es el acierto final de un tema espléndido.
Llegados a este punto podría parecer que lo mejor del disco ya ha quedado atrás, pues ya hemos escuchado prácticamente todos sus sencillos, pero en los últimos cortes aún hay momentos de gran nivel. Como "Quiet Violence", la segunda balada del disco. Proporcionalmente más convencional que "Hard Enough to Let You Go", aunque por supuesto seguimos encontrando teclados juguetones, programaciones de batería seguidas y eficaces, el juego de dos voces en el estribillo y ese concepto extraño pero frecuente en muchas parejas de la "violencia tranquila" que tan bien presentan. La batería real que entra en la segunda estrofa complementa con contundencia la emotividad ya presente, y la casi imperceptible guitarra que entra en el segundo estribillo, un mayor poder evocador. Como logro final, la parte nueva cambia casi de manera imperceptible los acordes de la progresión armónica en una nueva demostración de creatividad desbordante. "Good Fight", como ya anticipa su sugestivo título, es el tema más desenfadado del disco: un medio tiempo de ritmo sincopado que, con otra letra mordaz, revela los entresijos de una pareja que parece disfrutar discutiendo. Agradable y bien enlazada con el resto de temas del disco, no me parece de sus pasajes más brillantes. Algo que no se puede decir de "Killing The Game", nada menos que el séptimo sencillo extraído hace tan sólo unas cuantas semanas. Quizá lo más brillante es la manera en la que consiguen conjugar un tempo tan alto con una melodía que es más propia de un tema lento. Aunque una vez que la batería programada de la primera estrofa es complementada en el estribillo por otra batería real, el tema se decanta por el impacto antes que por la delicadeza. De nuevo las excelentes segundas voces de los estribillos y el teclado que adorna el tramo instrumental que precede a otra excelente parte nueva con cambio de tonalidad consiguen que la canción crezca hasta el final. Y el cierre lo pone la tercera balada del disco, "Encore", la de corte más clásico de las tres, y la de letra más desgarradora, una confesión que pone la piel de gallina. Y que habla de una suerte de bis final para seguir dando continuidad a una relación ya longeva, recurriendo para ello a otra atmósfera envolvente y a otro certero ejercicio a la hora de armonizar y complementar las distintas partes que la conforman. Hasta llegar a esa confesión final que martillea nuestro cerebro: "I keep on choosing, I choose you". Ni que decir tiene que me parece una forma muy acertada de cerrar un despligue tan personal, humano y brillante.
Porque los (ahora sí) cuarenta y un minutos que dura este tercer largo dejan claro que el dúo británico ha sabido revertir una tendencia creativa claramente descendente y la han llevado hasta cotas de excelencia que, desde mi punto de vista, no ha alcanzado ningún otro disco que se ha publicado en lo que llevamos de año. Es cierto que su repercusión ha seguido siendo muy minoritaria. Y entiendo que su coqueteo con el lesbianismo (no confirmado por ninguna de ellas), su aspecto descuidado, y una propuesta completamente al margen del pop premasticado que predomina en estos tiempos no ayudan a que su propuesta despegue. Pero si juzgamos el número de sus visualizaciones en Youtube, quiero pensar que para lo que ellas parecen esperar en respuesta a su propuesta deberían ser suficientes para que no tiren la toalla. Y es que sería una pena que un disco del que han podido extraer nada menos que siete sencillos (y aún podrían rascar otros dos o tres) y que encierra unas letras fantásticas y unos juegos de voces excepcionales e infrecuentes en estos tiempos de pistas grabadas una y otra vez por casi cualquier cantante desaparecieran del panorama musical. Así que espero que esta apasionada reseña contribuya a sacarlas del anonimato para por los menos unos cuantos melómanos en español. Y contribuyamos así a que su propuesta continúe. Se lo merecen.
Un aficionado a la música pop-rock contemporánea que no se resigna a que creer que ya no se publica música de calidad.
domingo, 15 de junio de 2025
domingo, 18 de mayo de 2025
Circa Waves - "Death and Love pt. 1" (2025)
A comienzos de año el cuarteto de Liverpool, ya conocido por estos lares gracias a la reseña que en su momento realicé de "Never Going Under" (2023) retornó con el que es ya su sexto álbum de estudio: "Death And Love Pt. 1". Que como su título indica es la primera parte de un notable esfuerzo compositivo que les ha permitido reunir canciones suficientes para publicar dos álbumes, el segundo de los cuales (la Parte 2) está previsto para dentro de unos meses. Algo que pone de manifiesto lo seguros que se sienten de todo el material creado en los últimos dos años. Este desdoblamiento tiene como contrapartida que, si habitualmente sus discos solían ser cortos, éste lo es especialmente: apenas nueve canciones, que despachan en menos de media hora. Así que cuando me hice con él me planteé: si dan con la tecla, será un disco notable, porque no pueden permitirse temas de relleno; si no, se quedará casi en un EP.
Afortunadamente el balance es positivo y el disco se sostiene de principio a fin. Como casi siempre sucede, la clave es que parten de buenas composiciones, a lo que añaden que, tras más de una década en activo, su madurez estilística es innegable. Tanto que la producción y los arreglos son muy parecidos a los de su anterior entrega, lo que parece una búsqueda consciente dado el buen resultado que lograron. Si bien esta circunstancia le resta un punto de sorpresa a esta media hora de música en la que sigue siendo fácil reconocer las influencias de The Strokes, y The Arctic Monkeys entre otras bandas independientes del presente siglo.
El disco lo abre "American Dream", también su segundo sencillo. Un buen anticipo de lo que encierra el álbum, y al mismo tiempo la evidencia de que continúan en ese buen momento creativo al que me refería antes. Una melodía cristalina, guitarras distorsionadas que ponen el contrapunto en el estribillo, coros tarareables, una melodía que cambia significativamente en la segunda estrofa, y una historia sobre la visita de su cantante Kieran Shudall a Nueva York, con sus lugares y sus sensaciones. El único pero es su duración es excesivamente corta; la composición podía haber dado más de sí. "Like You Did Before", tercer sencillo, es incluso un tema más vertiginoso e infeccioso, pero esos toques de surf-rock que lo adornan de manera sutil le restan un punto de profundidad, por lo que se queda en un momento correcto pero no brillante en mi opinión. "We Made It", el primer sencillo en anticipar el disco, es también su tema estrella. Una buena elección indudablemente, pues aunque siguen apostando por un tempo elevado, cambian California por Irlanda como lugar de inspiración, y le confieren de esta manera un punto mesiánico propio de algunas de las bandas irlandesas más míticas; algo que le sienta fenomenal a una excelente composición. De la que quizá lo más destacable sean los intervalos instrumentales, presididos por una acerada guitarra tanto en los pasajes dedicados a arpegios como en su solo cerca del final. En todo caso las estrofas rayan a buen nivel, la trabajada parte nueva entronca perfectamente con ellas, y el disfrutable estribillo incluso juega a cambiar la progresión armónica en un momento dado, un detalle loable. El cuarto corte, "Le Bateau", insiste con el tempo alto y los rasgueos infecciosos, y lo redondea con otras estrofas que alteran apreciablemente entre ellas, un meritorio puente y un estribillo que a lo mejor peca de meloso en su melodía y su letra ("It's true, I only wanna be with you"), pero que en todo caso sirve de base para el rapidísimo arpegio con el que adornan su tramo final, y que mejora la impresión general.
"Hold It Steady" por fin baja las revoluciones y nos propone un medio tiempo de notas sorprendentemente bajas en las estrofas, aunque casi llama tanto la atención el volumen y la reverberación de la caja de la batería, muy poco habitual en su indie-rock. La melodía de las mismas es agradable y el estribillo en notas altas las corona con naturalidad, aunque resulte un punto previsible. De todas formas, la parte instrumental con sus mismos acordes y protagonismo para el teclado lo compensa. El extraño comienzo, casi sintético, de "Let's Leave Together", su cuarto sencillo, da paso a un teclado que es casi un silbido y que adornará también los estribillos. Las estrofas nos retrotraen a lo menos tecnificado del pop británico de los ochenta, pero son los estribillos los que me parecen más meritorios. "Blue Damselfly" es, ahora sí, la balada del álbum: como todas las canciones es un tema de sonoridad nítida, elaborada composición y correcta interpretación, si bien le perjudica un estribillo un tanto blando y el hecho de que, paradójicamente, es el único corte que supera los cuatro minutos, de los que podían haberse ahorrado alguno. El octavo corte, "Everything Changed", es mi tema preferido de aquellos que no han visto la luz en formato sencillo: comienza acústica y delicada sobre sendas guitarras, pero cuando entra su estribillo ya sacan su artillería de caja contundente y guitarras distorsionadas, y recuperan así una energía muy conveniente tras el pequeño bache del tema anterior. Y el cambio de progresión armónica en su intervalo instrumental le sienta de maravilla. El cierre lo pone otro tema vertiginoso desde su mismo comienzo: "Bad Guys Always Win" no es un pasaje excesivamente original, pero el cuarteto tira de oficio para crear e instrumentar una composición cuyo mayor mérito es la sorpresa que encierra su minuto final: sin previo aviso pegan un frenazo y cambian The Strokes por un medio tiempo casi pastoral, en el que la voz de Shudall y el teclado principal conviven en magnífica armonía. Y punto y final.
Dado su desarrollo sin tregua, serán necesarias unas cuantas escuchas para convencerse de que el álbum adolece de una colección de sencillos de tanto impacto como la de su disco anterior. Y eso probablemente explique el bajón comercial que ha experimentado en su país, donde ha quedado muy lejos del Top 15 que habían alcanzado todos sus discos anteriores. Visto lo visto, a lo mejor habría sido más inteligente seleccionar lo mejor de ambos "Death And Love" y confeccionar un disco un poco más largo y con todos los momentos estrella concentrados. Pero creo que las ventas no han sido ni son la principal preocupación del cuarteto, que ha preferido en este 2025 exhibir músculo como creador de canciones de pop-rock intemporales aunque desborden la extensión de un único álbum. Y ese pop-rock de calidad es algo que indudablemente han vuelto a conseguir. Así que perdonémosles los defectos de esta entrega, y quedémonos con su solvencia. Porque obivamente Circa Waves no cambiarán el panorama musical internacional, pero son un valor seguro.
Afortunadamente el balance es positivo y el disco se sostiene de principio a fin. Como casi siempre sucede, la clave es que parten de buenas composiciones, a lo que añaden que, tras más de una década en activo, su madurez estilística es innegable. Tanto que la producción y los arreglos son muy parecidos a los de su anterior entrega, lo que parece una búsqueda consciente dado el buen resultado que lograron. Si bien esta circunstancia le resta un punto de sorpresa a esta media hora de música en la que sigue siendo fácil reconocer las influencias de The Strokes, y The Arctic Monkeys entre otras bandas independientes del presente siglo.
El disco lo abre "American Dream", también su segundo sencillo. Un buen anticipo de lo que encierra el álbum, y al mismo tiempo la evidencia de que continúan en ese buen momento creativo al que me refería antes. Una melodía cristalina, guitarras distorsionadas que ponen el contrapunto en el estribillo, coros tarareables, una melodía que cambia significativamente en la segunda estrofa, y una historia sobre la visita de su cantante Kieran Shudall a Nueva York, con sus lugares y sus sensaciones. El único pero es su duración es excesivamente corta; la composición podía haber dado más de sí. "Like You Did Before", tercer sencillo, es incluso un tema más vertiginoso e infeccioso, pero esos toques de surf-rock que lo adornan de manera sutil le restan un punto de profundidad, por lo que se queda en un momento correcto pero no brillante en mi opinión. "We Made It", el primer sencillo en anticipar el disco, es también su tema estrella. Una buena elección indudablemente, pues aunque siguen apostando por un tempo elevado, cambian California por Irlanda como lugar de inspiración, y le confieren de esta manera un punto mesiánico propio de algunas de las bandas irlandesas más míticas; algo que le sienta fenomenal a una excelente composición. De la que quizá lo más destacable sean los intervalos instrumentales, presididos por una acerada guitarra tanto en los pasajes dedicados a arpegios como en su solo cerca del final. En todo caso las estrofas rayan a buen nivel, la trabajada parte nueva entronca perfectamente con ellas, y el disfrutable estribillo incluso juega a cambiar la progresión armónica en un momento dado, un detalle loable. El cuarto corte, "Le Bateau", insiste con el tempo alto y los rasgueos infecciosos, y lo redondea con otras estrofas que alteran apreciablemente entre ellas, un meritorio puente y un estribillo que a lo mejor peca de meloso en su melodía y su letra ("It's true, I only wanna be with you"), pero que en todo caso sirve de base para el rapidísimo arpegio con el que adornan su tramo final, y que mejora la impresión general.
"Hold It Steady" por fin baja las revoluciones y nos propone un medio tiempo de notas sorprendentemente bajas en las estrofas, aunque casi llama tanto la atención el volumen y la reverberación de la caja de la batería, muy poco habitual en su indie-rock. La melodía de las mismas es agradable y el estribillo en notas altas las corona con naturalidad, aunque resulte un punto previsible. De todas formas, la parte instrumental con sus mismos acordes y protagonismo para el teclado lo compensa. El extraño comienzo, casi sintético, de "Let's Leave Together", su cuarto sencillo, da paso a un teclado que es casi un silbido y que adornará también los estribillos. Las estrofas nos retrotraen a lo menos tecnificado del pop británico de los ochenta, pero son los estribillos los que me parecen más meritorios. "Blue Damselfly" es, ahora sí, la balada del álbum: como todas las canciones es un tema de sonoridad nítida, elaborada composición y correcta interpretación, si bien le perjudica un estribillo un tanto blando y el hecho de que, paradójicamente, es el único corte que supera los cuatro minutos, de los que podían haberse ahorrado alguno. El octavo corte, "Everything Changed", es mi tema preferido de aquellos que no han visto la luz en formato sencillo: comienza acústica y delicada sobre sendas guitarras, pero cuando entra su estribillo ya sacan su artillería de caja contundente y guitarras distorsionadas, y recuperan así una energía muy conveniente tras el pequeño bache del tema anterior. Y el cambio de progresión armónica en su intervalo instrumental le sienta de maravilla. El cierre lo pone otro tema vertiginoso desde su mismo comienzo: "Bad Guys Always Win" no es un pasaje excesivamente original, pero el cuarteto tira de oficio para crear e instrumentar una composición cuyo mayor mérito es la sorpresa que encierra su minuto final: sin previo aviso pegan un frenazo y cambian The Strokes por un medio tiempo casi pastoral, en el que la voz de Shudall y el teclado principal conviven en magnífica armonía. Y punto y final.
Dado su desarrollo sin tregua, serán necesarias unas cuantas escuchas para convencerse de que el álbum adolece de una colección de sencillos de tanto impacto como la de su disco anterior. Y eso probablemente explique el bajón comercial que ha experimentado en su país, donde ha quedado muy lejos del Top 15 que habían alcanzado todos sus discos anteriores. Visto lo visto, a lo mejor habría sido más inteligente seleccionar lo mejor de ambos "Death And Love" y confeccionar un disco un poco más largo y con todos los momentos estrella concentrados. Pero creo que las ventas no han sido ni son la principal preocupación del cuarteto, que ha preferido en este 2025 exhibir músculo como creador de canciones de pop-rock intemporales aunque desborden la extensión de un único álbum. Y ese pop-rock de calidad es algo que indudablemente han vuelto a conseguir. Así que perdonémosles los defectos de esta entrega, y quedémonos con su solvencia. Porque obivamente Circa Waves no cambiarán el panorama musical internacional, pero son un valor seguro.
jueves, 1 de mayo de 2025
Geowulf - "The Child" (2025)
El primer álbum publicado en 2025 que reseño en este humilde blog es "The Child", el tercero de la banda australiana Geowulf. Se trata de una vieja conocida por estos lares, puesto que ya reseñé en su momento sus dos primeros discos: "Great Big Blue" (2018) y "My Resignation" (2019). Aunque en realidad no debería hablar ya de banda, porque desde 2022 el hasta entonces dúo quedó reducido al proyecto en solitario de Star Kendrick, tras el abandono de su compañero Toma Banjanin. Esta circunstancia sin duda explica el retraso en que este tercer disco viera la luz, si bien tengo que indicar que entre medias la cantante ya mostró sus intenciones de dar continuidad a Geowulf con "Woman", su EP de 2023.
Para poder superar la marcha del otro cincuenta por ciento es clave que quien sigue adelante disponga de una buena colección de composiciones. Y luego acertar a la hora de instrumentarlas y producirlas. En el presente caso la cantante ha acertado de pleno al contar con el también australiano Geoffrey Roberts, tanto en la composición (la mayoría de las doce canciones las firman a medias) como en la producción. Hasta el extremo de que el disco no solamente enlaza musicalmente con sus predecesores, sino que probablemente sea el más brillante de los tres. Y es que en esta nueva entrega apenas aparece el que es el mayor riesgo de una propuesta como suya: la blandura de determinadas canciones, que puede hasta desembocar en cursilería. Afortunadamente lo que vertebra el disco son las composiciones, y como prácticamente todas poseen un nivel irreprochable, el resto es cuestión de conferirles la personalidad necesaria. Algo en lo que Kendrick y Roberts se han mostrado particularmente acertados. Y que no es nada fácil, pues cuando se huye de las posibilidades que ofrece la tecnología y se recurre al esquema básico de batería, guitarras eléctrica y acústica, bajo, teclados y voz, es fácil que unos temas terminen sonando muy similares a otros. Por fortuna, no es el caso de "The Child".
El disco lo abre "Dreaming", también su quinto sencillo: un tema de dream-pop acústico (al comienzo sólo con la voz y la guitarra de Kendrick, más adelante irán entrando algún teclado, una ligera percusión y hasta un bajo), agradable y melancólico, pero de duración corta y factura tal vez demasiado convencional, que no termina de reflejar todo lo bueno que encierra el disco. Algo que sí se empieza a intuir a partir del segundo corte, "Memory Serves Like Lightning", de más empaque, con una bonitas estrofas presididas por la cristalina voz de Kendrick, y un estribillo largo y elaborado punteado por un precioso teclado, y rematado por una extensa parte nueva. Elegida como cuarto sencillo, es una clara evidencia de que la australiana no tiene intención alguna de que éste sea el canto de cisne de su proyecto. Aunque para mí el primer temazo del disco es "Can't Read Your Mind". Recientemente publicada como ¡séptimo! sencillo, la luminosidad de su pop intemporal, la brillantez de sus estrofas, lo pegadizo de su estribillo, y detalles relativamente contemporáneos en la producción de Roberts como la percusión sincopada que la sostiene, o el synclavier que complementa la steel guitar y el mellotron, la convierten en un tema irreprochable para cualquiera al que cuatro minutos de pop le puedan poner todavía la carne de gallina. Incluso a pesar de que la progresión armónica es la misma todo el tiempo, o de los manidos "da da da" de su supuesta parte nueva. Pero si llegados a este momento pensamos que la australiana ya ha puesto lo mejor de su nuevo repertorio sobre la mesa, nos equivocaremos por completo. Porque el siguiente tema, "Stay Baby", también sexto sencillo, nos transporta de la alegría a la melancolía a través de otras excelentes estrofas. Y en un ejercicio muy poco habitual en estos tiempos, baja el tempo en el estribillo para adecuarlo a la plegaria de Kendrick a su amante (quién sabe si en realidad esto irá dirigido a su ex-compañero Banjanin). El excelente tramo instrumental final, con ese etéreo teclado presidiendo el conjunto, demuestra que la cantante no está obsesionada en ser la protagonista, y sabe dejar espacio para que los demás instrumentos puedan dar todo de sí.
El despliegue de grandes momentos no se detiene, pues el quinto corte resulta ser nada menos que "Dolly", el momentazo que adelantó el disco hace ya cerca de un año. De nuevo sobre la base de otra excelente progresión armónica, y apoyada en una instrumentación de factura clásica, la atención la acapara una melodía rica y variada en sus estrofas, pero que aún se luce más en su fantástico estribllo. El preciso teclado de los tramos instrumentales, los doloridos fraseos de Kendrick antes de la repetición final del estribillo, la forma como Roberts dobla las guitarras acústicas por cada canal... Todos son detalles de buen gusto. Hasta que llegamos a "Angry" no nos topamos con la primera canción del disco que no ha visto (por ahora) la luz como tema independiente. Sin embargo, vuelve a tratarse de un tema de gran nivel. Más oscura que sus compañeras, arranca directamente con la voz de Kendrick sobre una guitarra acústica y el bajo desgranando las notas de otra melodía compleja, que empieza a subir de una manera tan natural que apenas nos daremos cuenta. Roberts va sabiamente añadiendo instrumentos al conjunto, como una percusión sin estridencias al comienzo de la segunda estrofa, o los sencillos rasgueos de una guitarra un poco más adelante. Quizá el único pero sea que la misma progresión armónica durante más de cuatro minutos, por bonita que sea la melodía y por bien llevada que esté la instrumentación, puede volverse un poco monótona al final. El comienzo de "Beer To Bed (Time To Kill)" puede parecer un poco más flojo por esa sensación de estar matando el tiempo que evocan su original letra y sus estrofas. Pero una vez más la australiana demuestra el gran momento compositivo por el que han atravesado Roberts y ella, y nos fascina con otro estribillo irresistible. Una parte nueva en notas muy altas, y nada fácil de armonizar con el resto de la canción, mejora la impresión del tema a pesar de esa languidez de sus estrofas. Pero es que el siguiente momento, "Unsay It All", vuelve a ser notable hasta en el título. Pese a que arranca con un teclado con novedades como voces post-procesadas y la batería más contundente del disco, entronca con total naturalidad en la propuesta musical de "The Child", y nos vuelve a cautivar con otra gran composición. La sencillez con la que la guitarra eléctrica complementa las voces de Kendrick, y el puntilloso teclado en el estribillo, vuelven a mostrar que a menudo no son necesarios grandes alardes para emocionar. Y un último acierto es dejar que la parte nueva sea instrumental, presidida por un punteo de su guitarra eléctrica principal.
Así, sin darnos un respiro, el disco alcanza su último tercio. Para el cual aún ha reservado un par de balas en la recámara. La primera de ellas es "Something Good", la primera balada del disco, y en su momento, también su segundo sencillo. Un piano relativamente simple, una excelente progresión armónica, la dulzura de Kendrick desgranando una melodía de notas complejas, todo contribuye al resultado... Muy poco a poco van entrando otros instrumentos, como el bajo en la segunda estrofa, o los sencillos coros que repiten la sugestiva frase de su estribillo en el tramo final; lo justo para que la magia no decaiga. Y la segunda bala es "Nightmare", tercer sencillo y ahora mismo mi pasaje favorito del álbum (aunque en su momento he tenido otros). De nuevo un medio tiempo de ambientación clásica, bonita melodía y excelente interpretación vocal, lo que realmente me cautiva es la forma como ya a la mitad de la estrofa los giros que va realizando la melodía van anticipando su sensacional estribillo. Tanto, que parece que éste se resiste a llegar. Pero cuando lo hace, nos derrite con su vulnerabilidad ("I keep waking Up... and you're gone, I keep waking up... I don't know how to sleep alone"). Eso sí, podrían haberse recreado más en su tramo final; a cambio, Kendrick y Roberts consiguen que den ganas de escucharla de nuevo en cuanto termina. "Hungry For My Heart" es el primer momento en el que casi podemos afirmar que bajan un poco el listón. Otra balada, esta vez con un comienzo en el que tan sólo escuchamos la voz de Kendrick sobre un teclado sintético que lleva los acordes, cuando al final del primer estribillo entren los redobles de la batería tendremos dudas de si realmente se trata de un tema menor. Porque quizá sea el tema en el que más brillante es la producción: más idelante Roberts irá parando el ritmo, introduciendo unos originales coros al final, arropando los compases finales con la mayor profusión de teclados de todo el álbum... Total, que cuando nos encontramos con "The Child", la canción que da título al disco además de cerrarlo, de golpe caeremos en la cuenta de que ya lo hemos recorrido en su totalidad. Y que del posible bajón por la marcha de Banjanin no ha habido ni rastro. Aunque sí que me parece que no es el mejor momento del disco para darle título, ni para ponerle colofón: otro tema de pop melancólico, esta vez con una batería programada como principal novedad, es el primero en el que podemos tener la impresión de que se repiten algunos trucos ya escuchados. Y aunque resulta agradable, ni las estrofas ni el estribillo lucen como los de la mayoría de sus compañeras.
En todo caso, este ligero desliz en el cierre no debe afectar a la muy favorable impresión global que deja el álbum. Es cierto que para estar en 2025 su sonido puede pecar de excesivamente clásico. Y que si tampoco la imagen de Kendrick intenta potenciar su vertiente explícita, su feminidad, su agresividad, pues es normal que una propuesta así pase desapercibida para el gran público. Pero el mero hecho de haber podido publicar siete sencillos de sus doce composiciones es ya una evidencia del nivel medio de sus canciones. Y es que hay varios momentos que nada tienen que envidiar a "Don't Talk About You", la maravilla que hasta ahora era su tema de cabecera. Y encima Kendrick lo logra manteniéndose fiel a su particular universo musical. Así que para todos los que valoramos las canciones por encima de cualquier otra consideración en el mundillo pop, la publicación de un disco así es una gran noticia. Eso sí, desconozco las expectativas que tendría puestas Kendrick en él. Espero que no fueran demasiado altas, y que por lo tanto, el limitado reconocimiento que ha alcanzado sea lo suficientemente motivador para plantearse una continuación dentro de unos años. Porque el plano panorama musical actual necesita buenas dosis de emociones como las que ella es capaz de generar.
Para poder superar la marcha del otro cincuenta por ciento es clave que quien sigue adelante disponga de una buena colección de composiciones. Y luego acertar a la hora de instrumentarlas y producirlas. En el presente caso la cantante ha acertado de pleno al contar con el también australiano Geoffrey Roberts, tanto en la composición (la mayoría de las doce canciones las firman a medias) como en la producción. Hasta el extremo de que el disco no solamente enlaza musicalmente con sus predecesores, sino que probablemente sea el más brillante de los tres. Y es que en esta nueva entrega apenas aparece el que es el mayor riesgo de una propuesta como suya: la blandura de determinadas canciones, que puede hasta desembocar en cursilería. Afortunadamente lo que vertebra el disco son las composiciones, y como prácticamente todas poseen un nivel irreprochable, el resto es cuestión de conferirles la personalidad necesaria. Algo en lo que Kendrick y Roberts se han mostrado particularmente acertados. Y que no es nada fácil, pues cuando se huye de las posibilidades que ofrece la tecnología y se recurre al esquema básico de batería, guitarras eléctrica y acústica, bajo, teclados y voz, es fácil que unos temas terminen sonando muy similares a otros. Por fortuna, no es el caso de "The Child".
El disco lo abre "Dreaming", también su quinto sencillo: un tema de dream-pop acústico (al comienzo sólo con la voz y la guitarra de Kendrick, más adelante irán entrando algún teclado, una ligera percusión y hasta un bajo), agradable y melancólico, pero de duración corta y factura tal vez demasiado convencional, que no termina de reflejar todo lo bueno que encierra el disco. Algo que sí se empieza a intuir a partir del segundo corte, "Memory Serves Like Lightning", de más empaque, con una bonitas estrofas presididas por la cristalina voz de Kendrick, y un estribillo largo y elaborado punteado por un precioso teclado, y rematado por una extensa parte nueva. Elegida como cuarto sencillo, es una clara evidencia de que la australiana no tiene intención alguna de que éste sea el canto de cisne de su proyecto. Aunque para mí el primer temazo del disco es "Can't Read Your Mind". Recientemente publicada como ¡séptimo! sencillo, la luminosidad de su pop intemporal, la brillantez de sus estrofas, lo pegadizo de su estribillo, y detalles relativamente contemporáneos en la producción de Roberts como la percusión sincopada que la sostiene, o el synclavier que complementa la steel guitar y el mellotron, la convierten en un tema irreprochable para cualquiera al que cuatro minutos de pop le puedan poner todavía la carne de gallina. Incluso a pesar de que la progresión armónica es la misma todo el tiempo, o de los manidos "da da da" de su supuesta parte nueva. Pero si llegados a este momento pensamos que la australiana ya ha puesto lo mejor de su nuevo repertorio sobre la mesa, nos equivocaremos por completo. Porque el siguiente tema, "Stay Baby", también sexto sencillo, nos transporta de la alegría a la melancolía a través de otras excelentes estrofas. Y en un ejercicio muy poco habitual en estos tiempos, baja el tempo en el estribillo para adecuarlo a la plegaria de Kendrick a su amante (quién sabe si en realidad esto irá dirigido a su ex-compañero Banjanin). El excelente tramo instrumental final, con ese etéreo teclado presidiendo el conjunto, demuestra que la cantante no está obsesionada en ser la protagonista, y sabe dejar espacio para que los demás instrumentos puedan dar todo de sí.
El despliegue de grandes momentos no se detiene, pues el quinto corte resulta ser nada menos que "Dolly", el momentazo que adelantó el disco hace ya cerca de un año. De nuevo sobre la base de otra excelente progresión armónica, y apoyada en una instrumentación de factura clásica, la atención la acapara una melodía rica y variada en sus estrofas, pero que aún se luce más en su fantástico estribllo. El preciso teclado de los tramos instrumentales, los doloridos fraseos de Kendrick antes de la repetición final del estribillo, la forma como Roberts dobla las guitarras acústicas por cada canal... Todos son detalles de buen gusto. Hasta que llegamos a "Angry" no nos topamos con la primera canción del disco que no ha visto (por ahora) la luz como tema independiente. Sin embargo, vuelve a tratarse de un tema de gran nivel. Más oscura que sus compañeras, arranca directamente con la voz de Kendrick sobre una guitarra acústica y el bajo desgranando las notas de otra melodía compleja, que empieza a subir de una manera tan natural que apenas nos daremos cuenta. Roberts va sabiamente añadiendo instrumentos al conjunto, como una percusión sin estridencias al comienzo de la segunda estrofa, o los sencillos rasgueos de una guitarra un poco más adelante. Quizá el único pero sea que la misma progresión armónica durante más de cuatro minutos, por bonita que sea la melodía y por bien llevada que esté la instrumentación, puede volverse un poco monótona al final. El comienzo de "Beer To Bed (Time To Kill)" puede parecer un poco más flojo por esa sensación de estar matando el tiempo que evocan su original letra y sus estrofas. Pero una vez más la australiana demuestra el gran momento compositivo por el que han atravesado Roberts y ella, y nos fascina con otro estribillo irresistible. Una parte nueva en notas muy altas, y nada fácil de armonizar con el resto de la canción, mejora la impresión del tema a pesar de esa languidez de sus estrofas. Pero es que el siguiente momento, "Unsay It All", vuelve a ser notable hasta en el título. Pese a que arranca con un teclado con novedades como voces post-procesadas y la batería más contundente del disco, entronca con total naturalidad en la propuesta musical de "The Child", y nos vuelve a cautivar con otra gran composición. La sencillez con la que la guitarra eléctrica complementa las voces de Kendrick, y el puntilloso teclado en el estribillo, vuelven a mostrar que a menudo no son necesarios grandes alardes para emocionar. Y un último acierto es dejar que la parte nueva sea instrumental, presidida por un punteo de su guitarra eléctrica principal.
Así, sin darnos un respiro, el disco alcanza su último tercio. Para el cual aún ha reservado un par de balas en la recámara. La primera de ellas es "Something Good", la primera balada del disco, y en su momento, también su segundo sencillo. Un piano relativamente simple, una excelente progresión armónica, la dulzura de Kendrick desgranando una melodía de notas complejas, todo contribuye al resultado... Muy poco a poco van entrando otros instrumentos, como el bajo en la segunda estrofa, o los sencillos coros que repiten la sugestiva frase de su estribillo en el tramo final; lo justo para que la magia no decaiga. Y la segunda bala es "Nightmare", tercer sencillo y ahora mismo mi pasaje favorito del álbum (aunque en su momento he tenido otros). De nuevo un medio tiempo de ambientación clásica, bonita melodía y excelente interpretación vocal, lo que realmente me cautiva es la forma como ya a la mitad de la estrofa los giros que va realizando la melodía van anticipando su sensacional estribillo. Tanto, que parece que éste se resiste a llegar. Pero cuando lo hace, nos derrite con su vulnerabilidad ("I keep waking Up... and you're gone, I keep waking up... I don't know how to sleep alone"). Eso sí, podrían haberse recreado más en su tramo final; a cambio, Kendrick y Roberts consiguen que den ganas de escucharla de nuevo en cuanto termina. "Hungry For My Heart" es el primer momento en el que casi podemos afirmar que bajan un poco el listón. Otra balada, esta vez con un comienzo en el que tan sólo escuchamos la voz de Kendrick sobre un teclado sintético que lleva los acordes, cuando al final del primer estribillo entren los redobles de la batería tendremos dudas de si realmente se trata de un tema menor. Porque quizá sea el tema en el que más brillante es la producción: más idelante Roberts irá parando el ritmo, introduciendo unos originales coros al final, arropando los compases finales con la mayor profusión de teclados de todo el álbum... Total, que cuando nos encontramos con "The Child", la canción que da título al disco además de cerrarlo, de golpe caeremos en la cuenta de que ya lo hemos recorrido en su totalidad. Y que del posible bajón por la marcha de Banjanin no ha habido ni rastro. Aunque sí que me parece que no es el mejor momento del disco para darle título, ni para ponerle colofón: otro tema de pop melancólico, esta vez con una batería programada como principal novedad, es el primero en el que podemos tener la impresión de que se repiten algunos trucos ya escuchados. Y aunque resulta agradable, ni las estrofas ni el estribillo lucen como los de la mayoría de sus compañeras.
En todo caso, este ligero desliz en el cierre no debe afectar a la muy favorable impresión global que deja el álbum. Es cierto que para estar en 2025 su sonido puede pecar de excesivamente clásico. Y que si tampoco la imagen de Kendrick intenta potenciar su vertiente explícita, su feminidad, su agresividad, pues es normal que una propuesta así pase desapercibida para el gran público. Pero el mero hecho de haber podido publicar siete sencillos de sus doce composiciones es ya una evidencia del nivel medio de sus canciones. Y es que hay varios momentos que nada tienen que envidiar a "Don't Talk About You", la maravilla que hasta ahora era su tema de cabecera. Y encima Kendrick lo logra manteniéndose fiel a su particular universo musical. Así que para todos los que valoramos las canciones por encima de cualquier otra consideración en el mundillo pop, la publicación de un disco así es una gran noticia. Eso sí, desconozco las expectativas que tendría puestas Kendrick en él. Espero que no fueran demasiado altas, y que por lo tanto, el limitado reconocimiento que ha alcanzado sea lo suficientemente motivador para plantearse una continuación dentro de unos años. Porque el plano panorama musical actual necesita buenas dosis de emociones como las que ella es capaz de generar.
domingo, 6 de abril de 2025
Lauren Mayberry - "Vicious Creature" (2024)
Con la entrada de hoy finalizo la revisión de álbumes publicados el pasado 2024. Como nos hallamos ya en pleno mes de Abril, debo comenzar aclarándoles que "Vicious Creature" fue publicado bien entrado el mes de Diciembre, hecho que resalto porque así se quedó fuera de todos esos medios que tanto corren por entregar la lista de mejores álbumes del año, cuando a éste aún le pueden quedar sorpresas como ésta. Y es que el debut en solitario de la vocalista del trío escocés Chvrches fue, en mi humilde opinión, una de las gratas sorpresas del pasado ejercicio. Pero a muchos les pasó desapercibido precisamente por ver la luz en esas fechas. Así que con esta entrada tardía pretendo hacerle justicia.
Lo primero que cabe preguntarse cuando una artista tan marcada por su banda de origen decide emprender el vuelo por sí misma es si la propuesta se distingue lo suficiente de lo que ya conocemos de ella como para merecer la pena el esfuerzo. Y en esta oportunidad la respuesta es un sí rotundo. La escocesa cita influencias tan diversas como Fiona Apple, Tori Amos, PJ Harvey, Annie Lennox o Sinéad O'Connor. Y lo cierto es que su propuesta puede tener ciertas esencias de todas ellas, pero el resultado suena a ella misma. Y lo que es más importante, a una mezcla heterogénea de estilos en la que se la nota cómoda, y que suena mucho más contemporánea y también más agradablemente cálida que los a veces un tanto fríos y al tiempo ampulosos pasajes característicos de Chvrches. Con el aliciente extra de que la escocesa ha esperado hasta reunir un buen puñado de composiciones antes de dar el salto. Así que lo que nos ofrece en "Vicious Creature" no es un simple ejercicio de nostalgia retro con mayor protagonismo vocal que en su banda, sino un disco de pop contemporáneo con mayúsculas.
El álbum lo abre "Something In The Air", que también fue escogida como cuarto sencillo a finales del año pasado. Un medio tiempo en acordes mayores que combina con criterio una batería arrastrada, un elaborado arpegio de piano y una base de guitarras distorsionadas para otorgar lucimiento a una bonita progresión armónica. Aunque lo más destacado es la amplitud tonal de su melodía vocal, que le permite lucirse a Mayberry, gracias a esas estrofas envolventes en notas bajas que ya en el estribillo van subiendo, y que en la segunda estrofa derivarán a otra melodía completamente diferente y complicada de interpretar. La meritoria produccion de Dan McDougall (que también colabora como compositor), ofreciendo por ejemplo esa melodía alternativa al final, asegura que el tema no decaiga hasta el final, constituyéndose así en uno de los mejores momentos del álbum. En un registro totalmente, y sin embargo igual de meritorio, se nos muestra "Crocodile Tears", escogida además como quinto sencillo del disco. Más rápida que la anterior, más pop, de melodía más luminosa, los teclados sinfónicos que introduce el productor y también coautor Matthew Koma son la clave para otorgarle una contemporaneidad infecciosa a una progresión armónica más sencilla que la de su antecesora, pero también más tarareable. La original parte nueva, primero con la nueva melodía vocal de Mayberry, y luego con el nada habitual solo de bajo, demuestran de nuevo que estamos ante uno de los discos más interesantes a nivel instrumental de los últimos tiempos. "Shame", tercer corte, fue el segundo sencillo que anticipó el disco cuando la carrera de Mayberry en solitario apenas empezaba a despuntar. Un tema muy corto, directo, quizá el que más pueda recordar a Chvrches por sus teclados entrecortados y chirriantes, aunque la ampulosidad del trío deja paso aquí a una calidez muy agradable, como lo refleja ese estribillo minimalista: sólo dos voces de Mayberry y un singular teclado como todo instrumento. Esa parte nueva que es todo un derroche de energía pone el contrapunto que complementa una canción que es todo un ejercicio a la hora de generar más emociones en menos tiempo. Tras tres temas plenos de disfrute llega el momento de bajar el tempo y aumentar la vertiente intimista. Y eso es algo que "Anywhere But Dancing" logra a la perfección: una balada clásica sobre una guitarra acústica en la que Mayberry interpreta una melodía compleja que le permite exhibir todas sus cualidades vocales. Y que un sencillo piano en una parte nueva que le sienta de maravilla redondea hasta convertirla en otro de los momentazos del álbum.
En honor a la verdad debo indicar que el tramo central de "Vicious Creature" baja un poco el listón. "Punch Drunk" vuelve a cambiar el registro, pese a lo cual no pierde esa contemporaneidad sonora que caracteriza a todo el disco: estructurada sobre un singular arpegio de bajo, que es el que desgrana los acordes de la progresión armónica, es una propuesta más singular que disfrutable. De hecho, la guitarra que con tantos bríos entra al minuto parece que puede llevar el tema a un punto más rockero, pero no es el caso, y el conjunto se queda en un discreto punto medio, sin decantarse. Aunque no es tan anodino como para pulsar el botón de "forward". Le sigue "Oh, Mother", la segunda balada del álbum, esta vez sobre un piano, y de letra que aparentemente tiene bastante de homenaje autobiográfico. Quizá sea esa confesión descarnada lo más notable de una canción en la que poco a poco el piano irá siendo complementado por otros teclados que ejercen de colchón sonoro, para terminar finalmente con la misma desnudez instrumental. "Sorry, Etc." es, indudablemente, el pasaje más arriesgado del disco, y quizá el que peor encaja con el resto de cortes. Su batería estruendosa, casi de drum & bass, su guitarra rockera, y la psicodelia de sus teclados, son un cóctel difícil de digerir, sobre todo porque la melodía principal es mucho más átona que cualquier otra del disco, e incluso el mensaje que repite una y otra vez en su estribillo resulta demasiado escueto para calar realmente. Afortunadamente la propuesta remonta el vuelo con "Change Shapes", tercer sencillo, además de uno de los temas que formó parte de mi lista de mejores canciones internacionales del pasado 2024. Una progresión armónica que bordea la de los blues y rock & roll de toda la vida (el famoso mi-la-si en acordes mayores), pero que rehúye de los clichés con ese bajo sintetizado tan infeccioso, esa batería que parece un remedo de los ritmos simplones de los teclados Casio de los años ochenta, o detalles tan originales como la parada con la que arranca la segunda estrofa, dejando apenas un juguetón teclado para arropar la voz de Mayberry. Una parte nueva que es puro pop, y un tramo instrumental delirante con un loop de teclado absolutamente irresistible completan el notable conjunto.
El tercio final del disco no alcanza la excelencia del primero, pero sí supera el pequeño bache del segundo, y deja un buen sabor de boca. "Mantra" es un curioso ejercicio: por tempo debería ser una balada, pero en realidad su singularísima instrumentación y su melodía en notas altas en las estrofas lo convierten en un tema ambiental, de desarrollo lento, envolvente, y con ciertas influencias hindúes, que seguramente habrá hecho las delicias de la citada Fiona Apple. Sobre todo en ese estribillo cíclico en el que por fin entra una batería de sonoridad singular, que es pura psicodelia a contracorriente. "A Work Of Fiction" es otra canción difícil de clasificar: un piano acelerado que vertebra una melodía de notas largas en un peculiar contrapunto, un estribillo que es justo lo contrario, un ritmo sincopado que aparece y desaparece varias veces... No desagrada, pero quizá sea el segundo tema menos logrado del conjunto. "Sunday Best" ha sido escogido no hace mucho como el sexto y último sencillo, una elección acertada en mi opinión para una canción que recuerda bastante en su propuesta a lo que está haciendo la también británica Pixey, recientemente reseñada por estos lares con su segundo álbum: "Million Dollar Baby". Un piano setentero da paso a una luminosa melodía en las estrofas, que en el estribillo vuelve a convertirse en un ejercicio vocal difícil de interpretar y hasta de asimilar con esas notas tan altas, pero al que le sienta de maravilla otra excelente batería y una meritoria sección de cuerda: entre ambas se bastan para crear una disfrutable parte nueva. Aunque lo mejor es la coda cerca del final, casi exclusivamente vocal, como si de un coro góspel del siglo XXI se tratara. Y "Are You Awake?", el primer sencillo en solitario de su carrera, cierra el conjunto con una balada clásica, en la que Mayberry se reivindica como artista gracias a una interpretación irreprochable (voz y piano). Y que, como no podía ser de otra manera, gana en emotividad al avanzar el minutaje con otra sección de cuerda que, con buen criterio, Koma nunca intenta situar en primer plano.
Como es habitual en estos tiempos, "Vicious Creature" es un álbum corto en cuanto a minutaje, lo que facilita regresar a él y descubrir sonoridades y detalles que hayan podido pasar desapercibidos en primeras escuchas. Y a pesar de que la producción se la reparten casi a partes iguales McDougall y Koma, es difícil decir cuándo es uno u otro el que se ha encargado de vertebrar cada tema. Lo que habla favorablemente de la cohesión de un álbum que, sin embargo, es bastante ecléctico en su propuesta. Pero es que cuando hay material compositivo, calidad interpretativa, e inteligencia a la hora de armonizar, instrumentar y producir las canciones, el resultado suele ser digno de elogio. Así sucede con este álbum que, aun sin ser del todo redondo, nos devuelve la fe en el pop de altos vuelos al margen de los dictados de las todopoderosas discográficas. Ahora la duda es si Mayberry regresará como si tal cosa a su rol en Chvrches, o le habrá pillado el gustillo (y el reconocimiento) a su faceta en solitario. Visto el resultado, casi prefiero que opte por lo segundo. En todo caso, estaremos atentos a sus siguientes movimientos.
Lo primero que cabe preguntarse cuando una artista tan marcada por su banda de origen decide emprender el vuelo por sí misma es si la propuesta se distingue lo suficiente de lo que ya conocemos de ella como para merecer la pena el esfuerzo. Y en esta oportunidad la respuesta es un sí rotundo. La escocesa cita influencias tan diversas como Fiona Apple, Tori Amos, PJ Harvey, Annie Lennox o Sinéad O'Connor. Y lo cierto es que su propuesta puede tener ciertas esencias de todas ellas, pero el resultado suena a ella misma. Y lo que es más importante, a una mezcla heterogénea de estilos en la que se la nota cómoda, y que suena mucho más contemporánea y también más agradablemente cálida que los a veces un tanto fríos y al tiempo ampulosos pasajes característicos de Chvrches. Con el aliciente extra de que la escocesa ha esperado hasta reunir un buen puñado de composiciones antes de dar el salto. Así que lo que nos ofrece en "Vicious Creature" no es un simple ejercicio de nostalgia retro con mayor protagonismo vocal que en su banda, sino un disco de pop contemporáneo con mayúsculas.
El álbum lo abre "Something In The Air", que también fue escogida como cuarto sencillo a finales del año pasado. Un medio tiempo en acordes mayores que combina con criterio una batería arrastrada, un elaborado arpegio de piano y una base de guitarras distorsionadas para otorgar lucimiento a una bonita progresión armónica. Aunque lo más destacado es la amplitud tonal de su melodía vocal, que le permite lucirse a Mayberry, gracias a esas estrofas envolventes en notas bajas que ya en el estribillo van subiendo, y que en la segunda estrofa derivarán a otra melodía completamente diferente y complicada de interpretar. La meritoria produccion de Dan McDougall (que también colabora como compositor), ofreciendo por ejemplo esa melodía alternativa al final, asegura que el tema no decaiga hasta el final, constituyéndose así en uno de los mejores momentos del álbum. En un registro totalmente, y sin embargo igual de meritorio, se nos muestra "Crocodile Tears", escogida además como quinto sencillo del disco. Más rápida que la anterior, más pop, de melodía más luminosa, los teclados sinfónicos que introduce el productor y también coautor Matthew Koma son la clave para otorgarle una contemporaneidad infecciosa a una progresión armónica más sencilla que la de su antecesora, pero también más tarareable. La original parte nueva, primero con la nueva melodía vocal de Mayberry, y luego con el nada habitual solo de bajo, demuestran de nuevo que estamos ante uno de los discos más interesantes a nivel instrumental de los últimos tiempos. "Shame", tercer corte, fue el segundo sencillo que anticipó el disco cuando la carrera de Mayberry en solitario apenas empezaba a despuntar. Un tema muy corto, directo, quizá el que más pueda recordar a Chvrches por sus teclados entrecortados y chirriantes, aunque la ampulosidad del trío deja paso aquí a una calidez muy agradable, como lo refleja ese estribillo minimalista: sólo dos voces de Mayberry y un singular teclado como todo instrumento. Esa parte nueva que es todo un derroche de energía pone el contrapunto que complementa una canción que es todo un ejercicio a la hora de generar más emociones en menos tiempo. Tras tres temas plenos de disfrute llega el momento de bajar el tempo y aumentar la vertiente intimista. Y eso es algo que "Anywhere But Dancing" logra a la perfección: una balada clásica sobre una guitarra acústica en la que Mayberry interpreta una melodía compleja que le permite exhibir todas sus cualidades vocales. Y que un sencillo piano en una parte nueva que le sienta de maravilla redondea hasta convertirla en otro de los momentazos del álbum.
En honor a la verdad debo indicar que el tramo central de "Vicious Creature" baja un poco el listón. "Punch Drunk" vuelve a cambiar el registro, pese a lo cual no pierde esa contemporaneidad sonora que caracteriza a todo el disco: estructurada sobre un singular arpegio de bajo, que es el que desgrana los acordes de la progresión armónica, es una propuesta más singular que disfrutable. De hecho, la guitarra que con tantos bríos entra al minuto parece que puede llevar el tema a un punto más rockero, pero no es el caso, y el conjunto se queda en un discreto punto medio, sin decantarse. Aunque no es tan anodino como para pulsar el botón de "forward". Le sigue "Oh, Mother", la segunda balada del álbum, esta vez sobre un piano, y de letra que aparentemente tiene bastante de homenaje autobiográfico. Quizá sea esa confesión descarnada lo más notable de una canción en la que poco a poco el piano irá siendo complementado por otros teclados que ejercen de colchón sonoro, para terminar finalmente con la misma desnudez instrumental. "Sorry, Etc." es, indudablemente, el pasaje más arriesgado del disco, y quizá el que peor encaja con el resto de cortes. Su batería estruendosa, casi de drum & bass, su guitarra rockera, y la psicodelia de sus teclados, son un cóctel difícil de digerir, sobre todo porque la melodía principal es mucho más átona que cualquier otra del disco, e incluso el mensaje que repite una y otra vez en su estribillo resulta demasiado escueto para calar realmente. Afortunadamente la propuesta remonta el vuelo con "Change Shapes", tercer sencillo, además de uno de los temas que formó parte de mi lista de mejores canciones internacionales del pasado 2024. Una progresión armónica que bordea la de los blues y rock & roll de toda la vida (el famoso mi-la-si en acordes mayores), pero que rehúye de los clichés con ese bajo sintetizado tan infeccioso, esa batería que parece un remedo de los ritmos simplones de los teclados Casio de los años ochenta, o detalles tan originales como la parada con la que arranca la segunda estrofa, dejando apenas un juguetón teclado para arropar la voz de Mayberry. Una parte nueva que es puro pop, y un tramo instrumental delirante con un loop de teclado absolutamente irresistible completan el notable conjunto.
El tercio final del disco no alcanza la excelencia del primero, pero sí supera el pequeño bache del segundo, y deja un buen sabor de boca. "Mantra" es un curioso ejercicio: por tempo debería ser una balada, pero en realidad su singularísima instrumentación y su melodía en notas altas en las estrofas lo convierten en un tema ambiental, de desarrollo lento, envolvente, y con ciertas influencias hindúes, que seguramente habrá hecho las delicias de la citada Fiona Apple. Sobre todo en ese estribillo cíclico en el que por fin entra una batería de sonoridad singular, que es pura psicodelia a contracorriente. "A Work Of Fiction" es otra canción difícil de clasificar: un piano acelerado que vertebra una melodía de notas largas en un peculiar contrapunto, un estribillo que es justo lo contrario, un ritmo sincopado que aparece y desaparece varias veces... No desagrada, pero quizá sea el segundo tema menos logrado del conjunto. "Sunday Best" ha sido escogido no hace mucho como el sexto y último sencillo, una elección acertada en mi opinión para una canción que recuerda bastante en su propuesta a lo que está haciendo la también británica Pixey, recientemente reseñada por estos lares con su segundo álbum: "Million Dollar Baby". Un piano setentero da paso a una luminosa melodía en las estrofas, que en el estribillo vuelve a convertirse en un ejercicio vocal difícil de interpretar y hasta de asimilar con esas notas tan altas, pero al que le sienta de maravilla otra excelente batería y una meritoria sección de cuerda: entre ambas se bastan para crear una disfrutable parte nueva. Aunque lo mejor es la coda cerca del final, casi exclusivamente vocal, como si de un coro góspel del siglo XXI se tratara. Y "Are You Awake?", el primer sencillo en solitario de su carrera, cierra el conjunto con una balada clásica, en la que Mayberry se reivindica como artista gracias a una interpretación irreprochable (voz y piano). Y que, como no podía ser de otra manera, gana en emotividad al avanzar el minutaje con otra sección de cuerda que, con buen criterio, Koma nunca intenta situar en primer plano.
Como es habitual en estos tiempos, "Vicious Creature" es un álbum corto en cuanto a minutaje, lo que facilita regresar a él y descubrir sonoridades y detalles que hayan podido pasar desapercibidos en primeras escuchas. Y a pesar de que la producción se la reparten casi a partes iguales McDougall y Koma, es difícil decir cuándo es uno u otro el que se ha encargado de vertebrar cada tema. Lo que habla favorablemente de la cohesión de un álbum que, sin embargo, es bastante ecléctico en su propuesta. Pero es que cuando hay material compositivo, calidad interpretativa, e inteligencia a la hora de armonizar, instrumentar y producir las canciones, el resultado suele ser digno de elogio. Así sucede con este álbum que, aun sin ser del todo redondo, nos devuelve la fe en el pop de altos vuelos al margen de los dictados de las todopoderosas discográficas. Ahora la duda es si Mayberry regresará como si tal cosa a su rol en Chvrches, o le habrá pillado el gustillo (y el reconocimiento) a su faceta en solitario. Visto el resultado, casi prefiero que opte por lo segundo. En todo caso, estaremos atentos a sus siguientes movimientos.
domingo, 9 de marzo de 2025
Underworld - "Strawberry Hotel" (2024)
Aunque estamos ya bien entrados en 2025, continúo todavía reseñando alguno de los álbumes que no me dio tiempo a traerles el pasado ejercicio. Le toca en esta ocasión a "Strawberry Hotel", el undécimo álbum del dúo galés Underworld. Un disco que llegó tras un lustro de silencio en formato álbum, y tras un mega-proyecto "Drift Series 1" tan ambicioso y desbordante (más de una treintena de canciones) como disperso y escaso de inspiración. Por lo que mis expectativas cuando supe de su publicación no eran excesivamente altas. Al fin y al cabo, estamos ante una banda con casi cuarenta años de trayectoria y un bagaje musical muy particular, por lo que ni por impulso vital ni por terrenos a explorar debería quedarles mucho por aportar. Y sin embargo aquí estoy reseñándolo para ustedes. Evidencia de que "Straberry Hotel" no me ha sorprendido, pero sí me ha parecido una entrega más que decente.
A ello contribuye en gran medida la solvencia como músicos de Karl Hyde y Rick Smith. Hyde es un cantante sorprendentemente versátil para una banda de música electrónica, capaz de adoptar los más variados timbres, de declamar, de volverse obsesivo, de generar incluso pasajes corales. Y Smith, aunque lo asociemos como el mago de los ritmos estridentes, es capaz de enriquecer composiciones que parten de una base muy similar con tramos en los que sus sintetizadores nos siguen sorprendiendo, o con combinaciones percutivas que aún suenan originales. Todo ello les ayuda cuando parten de composiciones eminentemente sencillas (a veces incluso un mero ritmo, sin progresión armónica y sin apenas más que unos pocos fraseos vocales), y por supuesto mejora composiciones que sí resistirían la famosa prueba de la interpretación solamente con piano y voz. Asimismo, se les nota sin necesidad alguna de reivindicarse, ni de arrimarse a las modas. Hyde y Smith se encuentran cómodos en el universo particular que han creado, y saben que sigue siendo atractivo para seguidores que, en muchos casos, llevan ya décadas junto a ellos.
El álbum lo abre un tema corto y sin nada de percusión que fácilmente podríamos identificar como una intro, pero "Black Poppies" es en realidad el tercer sencillo y uno de los temas estrella del álbum, hasta el punto de que la banda subió una curiosa versión sinfónica poco después de publicarla por separado. Y es que si nos fijamos en su composición, está sustentada por una progresión armónica bastante elaborada para lo que en el dúo es habitual, y las distintas voces distorsionadas y superpuestas de Karl Hyde interpretan una melodía completa, con un estribillo claramente definido. No es un tema representativo del álbum, y puede resultar hasta desconcertante como inicio, pero es un momento meritorio. Eso sí, poco después de arrancar "Denver Luna" ya sí que nos toparemos con una de sus habituales percusiones obsesivas para remarcar un ritmo de tempo alto. Y poco después Hyde comenzará uno de sus recitados imposibles, que prolongará a lo largo de varios minutos, confirmando que son ellos mismos, y que el parón en su carrera no les ha movido un ápice de sus parámetros más reconocibles. Es cierto que un tema así lo componen sin prácticamente despeinarse, más si como es el caso se trata de un machacón despliegue monocorde... Aunque en realidad juegan al despiste, porque tras seis minutos de rizar el rizo con más y más instrumentos de percusión, más efectos y más juegos de palabras, el tema entra en un in-pass y da paso a un sorprendente tramo "a capella" ultra-tecnológico, que resulta desarrollarse... sobre una progresión armónica completa. Quizá llega demasiado tarde para considerar esta canción un temazo, pero no cabe duda de que se trata de una composición mucho más elaborada de lo que parece al principio, y seguramente por eso fue escogida como segundo sencillo. El tercer corte, "Techno Shinkansen", también fue seleccionado como sencillo a finales del año pasado, el cuarto y último. Y seguramente se trata del más accesible de los cuatro, y de ahí que lo escogiera para mi lista de otras veinte canciones internacionales recomendables. Puramente instrumental, también se desarrolla a partir de una progresión armónica completa, por lo que el resultado es mucho más musical y reconocible que el de sus momentos monocordes. Poco más de tres minutos de un cóctel que fusiona house, techno y ambient en una propuesta apta tanto para escuchar reposadamente en nuestro salón como para dejarse llevar en uno cualquiera de sus espectáculos en vivo, como confirma su contundente tramo final. Y para que el álbum sea fácilmente situable, el primer sencillo que anticipó el disco es precisamente el siguiente corte: "And The Color Red" es, en mi opinión, el más decepcionante de los cuatro: mucha percusión sobredimensionada, muchos efectos reiterativos, pero cero musicalidad. Ni siquiera la intervención de Hyde es destacable: apenas unas pocas frases cortas. Una canción sólo apta para sus incondicionales.
Después de colocar todos los sencillos seguidos, el aficionado debe enfrentarse a otras once canciones y cincuenta minutos que aparentemente ni para sus creadores merecen la misma atención, por lo que la tarea se puede antojar ardua. Sin embargo, el reto resulta fácilmente superable, pues aunque el dúo no opta por la siempre arriesgada senda de la experimentación, sí recurre a casi todas sus bazas creativas para que el melómano disfrute. Empezando por un "Sweet Land Experience" que también empieza monocorde, pero que en seguida supera esta restricción con una musicalidad no especialmente inspirada pero agradable, sobre todo gracias a la interpretación de la habitualmente cantante de ópera Esme Bronwen-Smith (que también colabora con el dúo en la interpretación y en la producción de otros temas), y a detalles como el loop sintetizado con el que Rick Smith adorna el intervalo instrumental más largo. "Lewis in Pomona" baja el tempo, aumenta la vertiente envolvente, y distorsiona hasta el delirio (pitch mediante) la voz de Hyde. La contundencia extrema de su segunda mitad hace el resto. Y "Hilo Sky" no sólo mantiene este nivel agradable, sino que sube un peldaño gracias a esa cascada de sintetizadores que poco a poco van completando la voz de Kyde hasta desembocar en la no por esperada menos efectiva catarsis de baile desenfrenado. Tal vez recuerde demasiado a logros del pasado, pero el juego a dos bandas entre la melodía de Hyde y el sintetizador principal de Smith le confiere personalidad propia. "Burst of Laughter" es el tema instrumentalmente más gélido, un pasaje en el que Smith y Hyde llevan a su terreno el sonido Kraftwerk, combinando la lejanía y la rigidez del proto-techno alemán con un bajo poderoso y las melodías vocales entrecruzadas, pero sin olvidarse de crear una composición completa que lo sostenga.
Sin haber entregado grandes temazos, el álbum sigue discurriendo con fluidez, sin que nos planteemos la posibilidad de pulsar el botón de forward. Pero es que el noveno corte, "King of Haarlem", no sólo suena a ellos mismos y entretiene, sino que con la contraposición entre sus dulces armonías y su contundente base rítmica, y la particular forma de interpretar la melodía de Hyde se reivindica como uno de los momentos notables del álbum. "Ottavia", tal vez la canción más instrumental del álbum, arranca lenta y con el protagonismo vocal en exclusiva para Esme Bronwen-Smith. Su elaborada y reivindicativa letra, cuestionando el papel de la mujer desde un punto de vista femenino, es lo más notable de los cinco minutos más arduos del conjunto. Afortunadamente, la breve reinterpretación de "Denver Luna (acappella)" es una forma explícita de hacer justicia al mejor tramo del supuesto momento estelar del álbum, a la vez que una forma de apreciar cómo Hyde dobla su voz una y otra vez en terceras y en quintas que no rehúyen de filtros distorsionadores. Una forma de predisponer al melómano para los nueve minutos largos de "Gene Pool", construidos a partir de un largo y juguetón loop sintetizado "100% Smith". Aquí el dúo sí reinvindica su maestría para los desarrollos lentos, en los que hay que dejarse llevar con la cadencia con la que van introduciendo poco a poco los distintos giros. Algo que pone de manifiesto, por ejemplo, los nada menos que tres minutos que tarda en entrar la casi mesiánica interpretación de Hyde. Seguramente para descansar de tan excesivo minutaje, "Oh Thorn!" es un breve tema en el que recrean con otra base algunas de las melodías que han ido entregando a lo largo del disco, sobre todo de "King of Harleem". "Iron Bones", el penúltimo corte, vuelve a bajar el tempo, pero el riesgo de aburrimiento que algo así podría acarrear lo mitigan con la interpretación vocal de otra vocalista femenina, Nina Nastasia. Aunque no es un gran momento, quizá sea el mejor producido de todo el disco, mezclando en la misma paleta sonora ruidos distorsionados, voces filtradas de Nastasia y de Hyde que aparecen aquí y allá, y el bajo electrónico como única columna sobre la que apuntalar un tema que consigue transmitir una profunda sensación de desazón. Y el cierre lo pone la acústica "Stick Man Test": como ya habían mostrado en alguna oportunidad anterior, el dúo también sabe desenvolverse por estos terrenos aparentemente tan alejados de su propuesta, y lo hacen con una composición de progresión armónica extraña, en la que la guitarra de Hyde aparece en primer plano, y los teclados de Smith la arropan casi sin percibirse. Una manera singular de cerrar un disco singular.
Evidentemente no estamos ante un gran álbum. Ni siquiera ante una de las mejores entregas de su carrera. Y tampoco hay sencillos de postín que los vayan a devolver a lo más alto de las listas de ventas. Pero la dignidad y el saber hacer que desprende esta hora larga de música, tan fiel a sus postulados y sin embargo, claramente diferenciable de otros discos, son dignas de elogio en dos músicos que se acercan ya a los setenta años. Incluso salen airosos del hecho de entregar nada menos que quince canciones, teniendo en cuenta su conocida tendencia a combinar grandes canciones con otras menos inspiradas sin solución de continuidad. Con cada nueva entrega "Strawberry Hotel" se vuelve un poco más amable, un poco más apto para escuchas en diferentes momentos. La inclusión de otras vocalistas femeninas, y el esfuerzo consciente por no limitarse a programar ritmos sin antes disponer de composiciones trabajadas, son las dos bazas que juegan a su favor. No sé si aún les dará tiempo a entregar un álbum más antes de retirarse, pero si este fuera su canto del cisne, habría que reconocerlo como un meritorio epílogo a una de las bandas más transgresoras e influyentes de la música electrónica de las últimas décadas.
A ello contribuye en gran medida la solvencia como músicos de Karl Hyde y Rick Smith. Hyde es un cantante sorprendentemente versátil para una banda de música electrónica, capaz de adoptar los más variados timbres, de declamar, de volverse obsesivo, de generar incluso pasajes corales. Y Smith, aunque lo asociemos como el mago de los ritmos estridentes, es capaz de enriquecer composiciones que parten de una base muy similar con tramos en los que sus sintetizadores nos siguen sorprendiendo, o con combinaciones percutivas que aún suenan originales. Todo ello les ayuda cuando parten de composiciones eminentemente sencillas (a veces incluso un mero ritmo, sin progresión armónica y sin apenas más que unos pocos fraseos vocales), y por supuesto mejora composiciones que sí resistirían la famosa prueba de la interpretación solamente con piano y voz. Asimismo, se les nota sin necesidad alguna de reivindicarse, ni de arrimarse a las modas. Hyde y Smith se encuentran cómodos en el universo particular que han creado, y saben que sigue siendo atractivo para seguidores que, en muchos casos, llevan ya décadas junto a ellos.
El álbum lo abre un tema corto y sin nada de percusión que fácilmente podríamos identificar como una intro, pero "Black Poppies" es en realidad el tercer sencillo y uno de los temas estrella del álbum, hasta el punto de que la banda subió una curiosa versión sinfónica poco después de publicarla por separado. Y es que si nos fijamos en su composición, está sustentada por una progresión armónica bastante elaborada para lo que en el dúo es habitual, y las distintas voces distorsionadas y superpuestas de Karl Hyde interpretan una melodía completa, con un estribillo claramente definido. No es un tema representativo del álbum, y puede resultar hasta desconcertante como inicio, pero es un momento meritorio. Eso sí, poco después de arrancar "Denver Luna" ya sí que nos toparemos con una de sus habituales percusiones obsesivas para remarcar un ritmo de tempo alto. Y poco después Hyde comenzará uno de sus recitados imposibles, que prolongará a lo largo de varios minutos, confirmando que son ellos mismos, y que el parón en su carrera no les ha movido un ápice de sus parámetros más reconocibles. Es cierto que un tema así lo componen sin prácticamente despeinarse, más si como es el caso se trata de un machacón despliegue monocorde... Aunque en realidad juegan al despiste, porque tras seis minutos de rizar el rizo con más y más instrumentos de percusión, más efectos y más juegos de palabras, el tema entra en un in-pass y da paso a un sorprendente tramo "a capella" ultra-tecnológico, que resulta desarrollarse... sobre una progresión armónica completa. Quizá llega demasiado tarde para considerar esta canción un temazo, pero no cabe duda de que se trata de una composición mucho más elaborada de lo que parece al principio, y seguramente por eso fue escogida como segundo sencillo. El tercer corte, "Techno Shinkansen", también fue seleccionado como sencillo a finales del año pasado, el cuarto y último. Y seguramente se trata del más accesible de los cuatro, y de ahí que lo escogiera para mi lista de otras veinte canciones internacionales recomendables. Puramente instrumental, también se desarrolla a partir de una progresión armónica completa, por lo que el resultado es mucho más musical y reconocible que el de sus momentos monocordes. Poco más de tres minutos de un cóctel que fusiona house, techno y ambient en una propuesta apta tanto para escuchar reposadamente en nuestro salón como para dejarse llevar en uno cualquiera de sus espectáculos en vivo, como confirma su contundente tramo final. Y para que el álbum sea fácilmente situable, el primer sencillo que anticipó el disco es precisamente el siguiente corte: "And The Color Red" es, en mi opinión, el más decepcionante de los cuatro: mucha percusión sobredimensionada, muchos efectos reiterativos, pero cero musicalidad. Ni siquiera la intervención de Hyde es destacable: apenas unas pocas frases cortas. Una canción sólo apta para sus incondicionales.
Después de colocar todos los sencillos seguidos, el aficionado debe enfrentarse a otras once canciones y cincuenta minutos que aparentemente ni para sus creadores merecen la misma atención, por lo que la tarea se puede antojar ardua. Sin embargo, el reto resulta fácilmente superable, pues aunque el dúo no opta por la siempre arriesgada senda de la experimentación, sí recurre a casi todas sus bazas creativas para que el melómano disfrute. Empezando por un "Sweet Land Experience" que también empieza monocorde, pero que en seguida supera esta restricción con una musicalidad no especialmente inspirada pero agradable, sobre todo gracias a la interpretación de la habitualmente cantante de ópera Esme Bronwen-Smith (que también colabora con el dúo en la interpretación y en la producción de otros temas), y a detalles como el loop sintetizado con el que Rick Smith adorna el intervalo instrumental más largo. "Lewis in Pomona" baja el tempo, aumenta la vertiente envolvente, y distorsiona hasta el delirio (pitch mediante) la voz de Hyde. La contundencia extrema de su segunda mitad hace el resto. Y "Hilo Sky" no sólo mantiene este nivel agradable, sino que sube un peldaño gracias a esa cascada de sintetizadores que poco a poco van completando la voz de Kyde hasta desembocar en la no por esperada menos efectiva catarsis de baile desenfrenado. Tal vez recuerde demasiado a logros del pasado, pero el juego a dos bandas entre la melodía de Hyde y el sintetizador principal de Smith le confiere personalidad propia. "Burst of Laughter" es el tema instrumentalmente más gélido, un pasaje en el que Smith y Hyde llevan a su terreno el sonido Kraftwerk, combinando la lejanía y la rigidez del proto-techno alemán con un bajo poderoso y las melodías vocales entrecruzadas, pero sin olvidarse de crear una composición completa que lo sostenga.
Sin haber entregado grandes temazos, el álbum sigue discurriendo con fluidez, sin que nos planteemos la posibilidad de pulsar el botón de forward. Pero es que el noveno corte, "King of Haarlem", no sólo suena a ellos mismos y entretiene, sino que con la contraposición entre sus dulces armonías y su contundente base rítmica, y la particular forma de interpretar la melodía de Hyde se reivindica como uno de los momentos notables del álbum. "Ottavia", tal vez la canción más instrumental del álbum, arranca lenta y con el protagonismo vocal en exclusiva para Esme Bronwen-Smith. Su elaborada y reivindicativa letra, cuestionando el papel de la mujer desde un punto de vista femenino, es lo más notable de los cinco minutos más arduos del conjunto. Afortunadamente, la breve reinterpretación de "Denver Luna (acappella)" es una forma explícita de hacer justicia al mejor tramo del supuesto momento estelar del álbum, a la vez que una forma de apreciar cómo Hyde dobla su voz una y otra vez en terceras y en quintas que no rehúyen de filtros distorsionadores. Una forma de predisponer al melómano para los nueve minutos largos de "Gene Pool", construidos a partir de un largo y juguetón loop sintetizado "100% Smith". Aquí el dúo sí reinvindica su maestría para los desarrollos lentos, en los que hay que dejarse llevar con la cadencia con la que van introduciendo poco a poco los distintos giros. Algo que pone de manifiesto, por ejemplo, los nada menos que tres minutos que tarda en entrar la casi mesiánica interpretación de Hyde. Seguramente para descansar de tan excesivo minutaje, "Oh Thorn!" es un breve tema en el que recrean con otra base algunas de las melodías que han ido entregando a lo largo del disco, sobre todo de "King of Harleem". "Iron Bones", el penúltimo corte, vuelve a bajar el tempo, pero el riesgo de aburrimiento que algo así podría acarrear lo mitigan con la interpretación vocal de otra vocalista femenina, Nina Nastasia. Aunque no es un gran momento, quizá sea el mejor producido de todo el disco, mezclando en la misma paleta sonora ruidos distorsionados, voces filtradas de Nastasia y de Hyde que aparecen aquí y allá, y el bajo electrónico como única columna sobre la que apuntalar un tema que consigue transmitir una profunda sensación de desazón. Y el cierre lo pone la acústica "Stick Man Test": como ya habían mostrado en alguna oportunidad anterior, el dúo también sabe desenvolverse por estos terrenos aparentemente tan alejados de su propuesta, y lo hacen con una composición de progresión armónica extraña, en la que la guitarra de Hyde aparece en primer plano, y los teclados de Smith la arropan casi sin percibirse. Una manera singular de cerrar un disco singular.
Evidentemente no estamos ante un gran álbum. Ni siquiera ante una de las mejores entregas de su carrera. Y tampoco hay sencillos de postín que los vayan a devolver a lo más alto de las listas de ventas. Pero la dignidad y el saber hacer que desprende esta hora larga de música, tan fiel a sus postulados y sin embargo, claramente diferenciable de otros discos, son dignas de elogio en dos músicos que se acercan ya a los setenta años. Incluso salen airosos del hecho de entregar nada menos que quince canciones, teniendo en cuenta su conocida tendencia a combinar grandes canciones con otras menos inspiradas sin solución de continuidad. Con cada nueva entrega "Strawberry Hotel" se vuelve un poco más amable, un poco más apto para escuchas en diferentes momentos. La inclusión de otras vocalistas femeninas, y el esfuerzo consciente por no limitarse a programar ritmos sin antes disponer de composiciones trabajadas, son las dos bazas que juegan a su favor. No sé si aún les dará tiempo a entregar un álbum más antes de retirarse, pero si este fuera su canto del cisne, habría que reconocerlo como un meritorio epílogo a una de las bandas más transgresoras e influyentes de la música electrónica de las últimas décadas.
martes, 11 de febrero de 2025
Y 20 canciones internacionales recomendables más de 2024
Como ya comenté en mi última entrada, cuando terminé de preparar el pasado mes de Enero mi lista de mejores canciones internacionales de 2024, me encontré con que había pre-seleccionado más de sesenta temas. Así que tras presentarles semanas atrás las veinte mejores, y hace unos días otras veinte recomendables, cierro ahora el repaso al pasado ejercicio con veinte canciones adicionales que, a mi modo de ver, merecen la pena.
Al igual que con la entrada que dediqué a las teóricas posiciones veintiuno al cuarenta, debo adelantar que tampoco en esta oportunidad he establecido un orden entre ellas, por las mismas razones que expuse entonces. Eso sí, como en todas mis listas anuales, la selección la conforman exclusivamente canciones internacionales que hayan visto la luz en formato sencillo/videoclip a lo largo del año que recientemente nos dejó.
Sin más dilación, aquí les ofrezco la lista:
Sophie Ellis-Bextor - "Freedom Of The Night". La cantante británica anticipó el que en 2025 debería ser su siguiente álbum de estudio con este tema "marca de la casa": bailable, elegante, con reminiscencias a la época dorada de la música disco y dos progresiones armónicas en principio antagónicas pero que encajan perfectamente: la melancólica de sus estrofas y la hedonista de su estribillo. Una diva intemporal.
Megan McDuffee & Jordan Fiction - "Anywhere With You". A medio camino entre los momentos más oscuros de The Cure y el indie pop de los noventa, la polifacética artista californiana se aleja de su característico synthpop tétrico para demostrarnos la versatilidad de su talento. Algo a lo que sin duda contribuye el neoyorkino Jordan Fiction, quien comparte interpretación vocal y añade una infecciosa guitarra.
Jain - "Nobody Knows". Aunque la pegada comercial de la artista francesa ha ido menguando con cada nueva entrega, y ya no la vemos copar como antaño las listas del país vecino, a veces sigue entregando trallazos como estos tres minutos de electro-pop que miran con respeto y quizá excesiva fidelidad al pasado, pero que nos demuestran que este tipo de sonidos no sólo se sigue cultivando en los países escandinavos, sino también en latitudes más templadas.
Phantogram - "Come Alive". El dúo neoyorkino es otra banda que va perdiendo fuerza poco a poco: su quinto álbum, "Memory of a Day", fue el primero en no alcanzar el top 100 en su país. Pero no era un mal disco, como lo demuestra el que probablemente es su mejor momento, este medio tiempo de electrónica sintética, múltiples efectos y sonoridades envolventes que arropan una bonita melodía, difícil de interpretar.
Blusher - "Overglow". Mientras esperamos su debut en formato álbum, el trío australiano sigue allanando el terreno con EPs y sencillos como éste, que puede parecer un tanto anodino en sus estrofas, pero que descolla en un estribillo lleno de contagiosa vitalidad, confirmando una vez más que no es tan importante disponer de tres voces poderosas, sino saberlas complementar. Con el añadido de un acelerón en su parte instrumental difícil de superar.
Halsey - "Lucky". Acercándose al indie-pop con toques folk de su compatriota Clairo, pero con más instinto comercial, la norteamericana Halsey volvió a mostrar su eclecticismo en un quinto álbum ("The Great Impersonator") que siguió triunfando a nivel comercial (top 2 en su país) y cuyo contenido oscilaba entre lo simplemente interesante y lo notable. ¿Qué dirá Tracey Chapman del arpegio de guitarra que vertebra este tema delicado?
All Fires - "Bones". Michael Roman, el artista de Atlanta, sigue demostrando que va por libre sustentado en su innegable talento como creador. Y en este contagioso medio tiempo abandona el rock vertiginoso que tal vez lo caracteriza y nos propone un medio tiempo oscuro, que no renuncia a las guitarras pero tampoco a los sonidos electrónicos. Y que hace que nos preguntemos: ¿De verdad su estribillo no es una versión?
Delaurentis - "Unbelievable green". La francesa Cécile Léogé demostró en 2024 con su segundo álbum ("Musicalism") que su propuesta musical va más allá de la espectacularidad de sus performances en directo. Su electrónica mezcla ambient, techno y dance-pop con criterio, y su delicada voz y sus controladores MIDI de última generación ponen el resto. Como en este sencillo, seguramente el más accesible que ha publicado hasta ahora.
Bully - "Atom Bomb". La banda liderada por Alicia Bognanno sigue luchando a pesar de que los años pasan y el resto de los miembros originales han ido abandonando el proyecto. Pero ella se basta y se sobra para entregar la que posiblemente haya sido la mejor balada de voz y piano de los pasados doce meses. Con una honestidad y una calidad en la intepretación que ponen los pelos de punta, sólo cabe esperar que esta maravilla acabe formando parte de su próximo álbum.
Night Club - "Crime Scene". El dúo de Los Ángeles retornó el año pasado con el que es ya su cuarto álbum, "Masochist". Y aunque en mi opinión siguen sin ser capaces de entregar un disco redondo, tal vez porque les falte algo de talento para tanto minutaje, sí siguen añadiendo muescas a su revolver de synth-pop aderezado con dark-wave, en este caso recurriendo a la efectiva distorsión instrumental. Su estética gótica y provocativa hacen el resto.
Abbie Ozard - "anything for you". La británica debutó por fin en formato álbum en 2024. "everything still worries me" la mostró aún en fase de crecimiento, pero lo que sí queda claro es que su propuesta no pierde sensibilidad por muchas guitarras estridentes que le añada a sus estrofas, o por mucho protagonismo que cobren en su parte instrumental. Si es capaz de afinar el tiro, podrá dar bastante más de sí en futuras entregas.
Kylie Minogue - "Lights Camera Action". Casi cuarenta años después de su debut, la australiana aún sigue manteniendo una envidiable repercusión a nivel mundial. Y para prolongar el éxito de su aclamado "Tension" de 2023, hace pocos meses publicó "Tension II", que se mueve en similares parámetros. Y que este tema, su primer sencillo defiende a la perfección: pasajes instrumentales estridentes, estrofas oscuras y un sorprendente estribillo que nada tiene que envidiar a los mejores de su carrera. ¿Será que ha descubierto el exilir de la eterna juventud?
Nilüfer Yanya - "Like I Say (I runaway)". Con su tercer álbum, "My Method Actor", la londinense ha conseguido el reconocimiento casi unánime de la crítica especializada, al tiempo que un meritorio éxito comercial. Y es que, como esta canción demuestra, se puede sonar alternativo, sincero y al margen de las modas, y al mismo tiempo dotar de un sonido contemporáneo al tan manoseado indie-rock. Por muy singular que sea su melodía principal.
Tears For Fears - "The Girl That I Call Home". Junto al de sus paisanos The Cure, el de Tears For Fears ha sido el gran retorno de 2024. Pero mientras que aquellos gozan de un culto que se ha mantenido inalterado a lo largo de los años, a Roland Orzabal y Curt Smith no tanta gente los echaba de menos. En realidad, tras más de cuarenta años en activo, tampoco yo esperaba un gran disco, pero sí temas que nos recordaran que su mezcla de fastuosidad y elegancia con toques de rock seguía vigente. Y en ese aspecto esta meritoria canción no decepciona. Aparte de que su producción sigue al nivel de sus mejores años.
Night Tapes - "To be free". El trío londinense de dream-pop suele para mi gusto pecar de meloso, tal vez por la voz excesivamente frágil de Iiris Vesik, o porque su sonido es tan acolchado que a veces cuestar distinguir sus diferentes instrumentos. Pero en su último sencillo me parece que han conseguido que pese más una composición intachable y unas atmósferas un poco menos convencionales.
Elizabeth Elektra - "Desire". La solista británica sigue por desgracia sin salir de un círculo absolutamente minoritario. Aunque su pop de influencias ochenteras es capaz de oscilar de entregar temas tan cálidos y sensuales como este medio tiempo de letra ardiente, interpretación poderosa y estribillo irresistible. Injustamente minusvalorada.
Fred V feat. Lottie Jones & Richter - "Games". En su último álbum, "Luminous", el drum & bass del inglés Fred V seguía explorando el maridaje de los ritmos vertiginosos del género con las atmósferas evocadoras e incluso las composiciones pop. Su propuesta en formato álbum puede pecar de reiterativa, pero si nos quedamos con puntuales es fácil apreciar su talento creativo. Como en este tema, probablemente el mejor sencillo del disco.
Hana Vu - "Care". Personalmente prefería "Look Alive", pero como no ha sido uno de los sencillos escogidos de "Romanticism", el cuarto álbum de la solista californiana, he optado por escoger este como el segundo mejor momento de su álbum. Su maravillosa voz encaja a la perfección con la instrumentación acústica de este emotivo medio tiempo al que acompaña, de propina, uno de los vídeos más provocativos de la temporada.
Circa Waves - "We Made It". Anticipando el que hace unos días se ha convertido ya en su sexto álbum de estudio ("Death & Love Pt.1") la banda de Liverpool confirmó encontrarse en estado de gracia con este tema de rock intemporal que resulta ampulosamente apoteósico desde su mismo comienzo. Aunque entre medias del mismo son capaces de insertar un reposado y melódico estribillo sin que desentone del resto de la canción.
Emika - "Haze". La alemana Ema Jolly, alias Emika, sigue con su imperturbable cadencia creativa, lo que se traduce en su frenético ritmo de publicación de álbumes (lleva nada menos que once en poco más de una década, dos de ellos el pasado 2024). Y aunque su electrónica experimental con toques de dubstep puede resultar a menudo difícil y siempre fría, es innegable la creatividad que atesora. Como en este tema, que da título a su penúltimo álbum, y que supera con creces a tótems de este género como Burial o MMount Kimbie.
Ahora sí que doy por terminado esta apasionante revisión por las sesenta canciones internacionales que he decidido destacar del pasado año. Estén más o menos de acuerdo con mi selección, espero que estas tres últimas entradas les hayan servido para descubrir algunos grandes momentos de 2024 que quizá les habían pasado desapercibidos.
Al igual que con la entrada que dediqué a las teóricas posiciones veintiuno al cuarenta, debo adelantar que tampoco en esta oportunidad he establecido un orden entre ellas, por las mismas razones que expuse entonces. Eso sí, como en todas mis listas anuales, la selección la conforman exclusivamente canciones internacionales que hayan visto la luz en formato sencillo/videoclip a lo largo del año que recientemente nos dejó.
Sin más dilación, aquí les ofrezco la lista:
Sophie Ellis-Bextor - "Freedom Of The Night". La cantante británica anticipó el que en 2025 debería ser su siguiente álbum de estudio con este tema "marca de la casa": bailable, elegante, con reminiscencias a la época dorada de la música disco y dos progresiones armónicas en principio antagónicas pero que encajan perfectamente: la melancólica de sus estrofas y la hedonista de su estribillo. Una diva intemporal.
Megan McDuffee & Jordan Fiction - "Anywhere With You". A medio camino entre los momentos más oscuros de The Cure y el indie pop de los noventa, la polifacética artista californiana se aleja de su característico synthpop tétrico para demostrarnos la versatilidad de su talento. Algo a lo que sin duda contribuye el neoyorkino Jordan Fiction, quien comparte interpretación vocal y añade una infecciosa guitarra.
Jain - "Nobody Knows". Aunque la pegada comercial de la artista francesa ha ido menguando con cada nueva entrega, y ya no la vemos copar como antaño las listas del país vecino, a veces sigue entregando trallazos como estos tres minutos de electro-pop que miran con respeto y quizá excesiva fidelidad al pasado, pero que nos demuestran que este tipo de sonidos no sólo se sigue cultivando en los países escandinavos, sino también en latitudes más templadas.
Phantogram - "Come Alive". El dúo neoyorkino es otra banda que va perdiendo fuerza poco a poco: su quinto álbum, "Memory of a Day", fue el primero en no alcanzar el top 100 en su país. Pero no era un mal disco, como lo demuestra el que probablemente es su mejor momento, este medio tiempo de electrónica sintética, múltiples efectos y sonoridades envolventes que arropan una bonita melodía, difícil de interpretar.
Blusher - "Overglow". Mientras esperamos su debut en formato álbum, el trío australiano sigue allanando el terreno con EPs y sencillos como éste, que puede parecer un tanto anodino en sus estrofas, pero que descolla en un estribillo lleno de contagiosa vitalidad, confirmando una vez más que no es tan importante disponer de tres voces poderosas, sino saberlas complementar. Con el añadido de un acelerón en su parte instrumental difícil de superar.
Halsey - "Lucky". Acercándose al indie-pop con toques folk de su compatriota Clairo, pero con más instinto comercial, la norteamericana Halsey volvió a mostrar su eclecticismo en un quinto álbum ("The Great Impersonator") que siguió triunfando a nivel comercial (top 2 en su país) y cuyo contenido oscilaba entre lo simplemente interesante y lo notable. ¿Qué dirá Tracey Chapman del arpegio de guitarra que vertebra este tema delicado?
All Fires - "Bones". Michael Roman, el artista de Atlanta, sigue demostrando que va por libre sustentado en su innegable talento como creador. Y en este contagioso medio tiempo abandona el rock vertiginoso que tal vez lo caracteriza y nos propone un medio tiempo oscuro, que no renuncia a las guitarras pero tampoco a los sonidos electrónicos. Y que hace que nos preguntemos: ¿De verdad su estribillo no es una versión?
Delaurentis - "Unbelievable green". La francesa Cécile Léogé demostró en 2024 con su segundo álbum ("Musicalism") que su propuesta musical va más allá de la espectacularidad de sus performances en directo. Su electrónica mezcla ambient, techno y dance-pop con criterio, y su delicada voz y sus controladores MIDI de última generación ponen el resto. Como en este sencillo, seguramente el más accesible que ha publicado hasta ahora.
Bully - "Atom Bomb". La banda liderada por Alicia Bognanno sigue luchando a pesar de que los años pasan y el resto de los miembros originales han ido abandonando el proyecto. Pero ella se basta y se sobra para entregar la que posiblemente haya sido la mejor balada de voz y piano de los pasados doce meses. Con una honestidad y una calidad en la intepretación que ponen los pelos de punta, sólo cabe esperar que esta maravilla acabe formando parte de su próximo álbum.
Night Club - "Crime Scene". El dúo de Los Ángeles retornó el año pasado con el que es ya su cuarto álbum, "Masochist". Y aunque en mi opinión siguen sin ser capaces de entregar un disco redondo, tal vez porque les falte algo de talento para tanto minutaje, sí siguen añadiendo muescas a su revolver de synth-pop aderezado con dark-wave, en este caso recurriendo a la efectiva distorsión instrumental. Su estética gótica y provocativa hacen el resto.
Abbie Ozard - "anything for you". La británica debutó por fin en formato álbum en 2024. "everything still worries me" la mostró aún en fase de crecimiento, pero lo que sí queda claro es que su propuesta no pierde sensibilidad por muchas guitarras estridentes que le añada a sus estrofas, o por mucho protagonismo que cobren en su parte instrumental. Si es capaz de afinar el tiro, podrá dar bastante más de sí en futuras entregas.
Kylie Minogue - "Lights Camera Action". Casi cuarenta años después de su debut, la australiana aún sigue manteniendo una envidiable repercusión a nivel mundial. Y para prolongar el éxito de su aclamado "Tension" de 2023, hace pocos meses publicó "Tension II", que se mueve en similares parámetros. Y que este tema, su primer sencillo defiende a la perfección: pasajes instrumentales estridentes, estrofas oscuras y un sorprendente estribillo que nada tiene que envidiar a los mejores de su carrera. ¿Será que ha descubierto el exilir de la eterna juventud?
Nilüfer Yanya - "Like I Say (I runaway)". Con su tercer álbum, "My Method Actor", la londinense ha conseguido el reconocimiento casi unánime de la crítica especializada, al tiempo que un meritorio éxito comercial. Y es que, como esta canción demuestra, se puede sonar alternativo, sincero y al margen de las modas, y al mismo tiempo dotar de un sonido contemporáneo al tan manoseado indie-rock. Por muy singular que sea su melodía principal.
Tears For Fears - "The Girl That I Call Home". Junto al de sus paisanos The Cure, el de Tears For Fears ha sido el gran retorno de 2024. Pero mientras que aquellos gozan de un culto que se ha mantenido inalterado a lo largo de los años, a Roland Orzabal y Curt Smith no tanta gente los echaba de menos. En realidad, tras más de cuarenta años en activo, tampoco yo esperaba un gran disco, pero sí temas que nos recordaran que su mezcla de fastuosidad y elegancia con toques de rock seguía vigente. Y en ese aspecto esta meritoria canción no decepciona. Aparte de que su producción sigue al nivel de sus mejores años.
Night Tapes - "To be free". El trío londinense de dream-pop suele para mi gusto pecar de meloso, tal vez por la voz excesivamente frágil de Iiris Vesik, o porque su sonido es tan acolchado que a veces cuestar distinguir sus diferentes instrumentos. Pero en su último sencillo me parece que han conseguido que pese más una composición intachable y unas atmósferas un poco menos convencionales.
Elizabeth Elektra - "Desire". La solista británica sigue por desgracia sin salir de un círculo absolutamente minoritario. Aunque su pop de influencias ochenteras es capaz de oscilar de entregar temas tan cálidos y sensuales como este medio tiempo de letra ardiente, interpretación poderosa y estribillo irresistible. Injustamente minusvalorada.
Fred V feat. Lottie Jones & Richter - "Games". En su último álbum, "Luminous", el drum & bass del inglés Fred V seguía explorando el maridaje de los ritmos vertiginosos del género con las atmósferas evocadoras e incluso las composiciones pop. Su propuesta en formato álbum puede pecar de reiterativa, pero si nos quedamos con puntuales es fácil apreciar su talento creativo. Como en este tema, probablemente el mejor sencillo del disco.
Hana Vu - "Care". Personalmente prefería "Look Alive", pero como no ha sido uno de los sencillos escogidos de "Romanticism", el cuarto álbum de la solista californiana, he optado por escoger este como el segundo mejor momento de su álbum. Su maravillosa voz encaja a la perfección con la instrumentación acústica de este emotivo medio tiempo al que acompaña, de propina, uno de los vídeos más provocativos de la temporada.
Circa Waves - "We Made It". Anticipando el que hace unos días se ha convertido ya en su sexto álbum de estudio ("Death & Love Pt.1") la banda de Liverpool confirmó encontrarse en estado de gracia con este tema de rock intemporal que resulta ampulosamente apoteósico desde su mismo comienzo. Aunque entre medias del mismo son capaces de insertar un reposado y melódico estribillo sin que desentone del resto de la canción.
Emika - "Haze". La alemana Ema Jolly, alias Emika, sigue con su imperturbable cadencia creativa, lo que se traduce en su frenético ritmo de publicación de álbumes (lleva nada menos que once en poco más de una década, dos de ellos el pasado 2024). Y aunque su electrónica experimental con toques de dubstep puede resultar a menudo difícil y siempre fría, es innegable la creatividad que atesora. Como en este tema, que da título a su penúltimo álbum, y que supera con creces a tótems de este género como Burial o MMount Kimbie.
Ahora sí que doy por terminado esta apasionante revisión por las sesenta canciones internacionales que he decidido destacar del pasado año. Estén más o menos de acuerdo con mi selección, espero que estas tres últimas entradas les hayan servido para descubrir algunos grandes momentos de 2024 que quizá les habían pasado desapercibidos.
lunes, 3 de febrero de 2025
Otras 20 canciones internacionales recomendables de 2024
En mi anterior entrada, dedicada a mi lista con las 20 mejores canciones internacionales de 2024, ya les adelanté que, a mi modo de ver, la producción de grandes canciones internacionales había vuelto a ser claramente superior a la de los primeros años de esta década, y al nivel de la de 2023. Por esa razón, pero también por las dificultades a la hora de seleccionar mis veinte favoritas, les ofrezco no una sino dos entradas adicionales con nada menos que esos cuarenta "descartes" (y entrecomillo porque, como anticipo en el título, se trata de canciones recomendables). Así que la presente entrada y la siguiente van a tener como fin presentarles otras veinte canciones adicionales cada una de 2024.
Antes de entrar en materia con esta segunda entrega de mi selección de 2024, debo advertirles que, a diferencia de la entrada anterior, he preferido no ordernar las canciones del veintiuno al cuarenta; me parecía una minuciosidad excesiva, además de no ser mi intención a la hora de presentarles estos temas. Por lo demás, mantengo el criterio habitual: todas ellas son canciones internacionales que han visto la luz en formato sencillo/videoclip a lo largo de los pasados doce meses.
Sin más dilación, aquí les ofrezco la lista:
Laurel - "45 Degrees". Tras seis años de silencio, la atractiva solista británica retornó con un disco ("Palpitations") que tal vez miraba en exceso al pasado. Pero lo que hacía con gran sensibilidad y buen gusto, de los que este medio tiempo de interpretación irreprochable es un fiel reflejo.
Dylan - "The Alibi". Otra solista británica, que en este caso lo que entregó fue un sencillo que anticipa el que, a no mucho tardar, debería ser segundo álbum. Pop contemporáneo, bien instrumentado y mejor armonizado, en una de esas canciones a las que solamente la falta de una mayor promoción la ha privado de un éxito masivo. Porque el estribillo es fantástico.
Pet Shop Boys - "Loneliness". El sencillo que anticipó el decimosexto álbum del veterano dúo ("Nonetheless") resiste la dura prueba de ser interpretada en concierto junto a sus grandes clásicos. Y además es un estupendo exponente de las particularidades de esta entrega (sección de cuerda, voces dobladas). ¿Hasta cuándo aguantarán con un nivel así?
Hembree - "Money Time Love". El quinteto estadounidense parece que sigue sin tomarse demasiado en serio a sí mismo. O tal vez piensan que su pop-rock debe de ser festivo y disfrutable por encima de todas las cosas. Pero a sus estrofas de segundas voces desquiciantes le sigue un estribillo brutal, de estos que en cualquier garito alternativo arrasaría... si lo conocieran.
Gracie Abrams - "Risk". Otra solista femenina (norteamericana en este caso), que con su segundo álbum ("The Secret of Us") ha dado la campanada, consiguiendo salir del circuito indie para arrasar a nivel de ventas en casi todo el mundo. A pesar de que ha sido completamente fiel a lo que constituía el sello de identidad de su debut: la delicadeza, las emociones a flor de piel, la preferencia por las instrumentaciones acústicas... A ver si a partir de ahora es capaz de aguantar la presión del showbusiness.
Joe Goddard feat. Findia - "Destiny". El músico y DJ británico aprovechó el parón de su banda matriz, Hot Chip, para publicar su tercer álbum en solitario ("Harmonics"), quizá el más flojo de los suyos hasta ahora (en parte debido a la lógica dispersión artística de un creador que se apoya tanto en otros colaboradores). Pero que contenía trallazos de dance-pop para todo tipo de pistas como éste, capaz de encajar una melodía completa con estrofas, estribillo y parte nueva, con toda la parafernalia habitual de Goddard a los platos.
Orla Gartland - "Little Chaos". Una solista femenina más, esta vez irlandesa, que con su segundo álbum ("Everybody Needs a Hero") tal vez haya dado un paso atrás respecto a la repercusión que se esperaba de ella, pero que ha seguido entregando píldoras de rock actualizado a las sonoridades de 2024. Porque a ver si no cómo explicamos hace convivir un excelente (y largo) riff de guitarra con esos pasajes de ironía sintetizada.
Telenova - "Teardrop". Personalmente esperaba más del álbum de debut del trío australiano ("Time Is A Flower"), por lo que se había dicho de ellos y por medios tiempos impecables como éste. Pero al disco tal vez le sobraba ampulosidad y le faltaba un poco de inspiración. Algo que por fortuna no aplica a este medio tiempo triste, de instrumentación tan intemporal como inmaculada. Ideal para una melancólica tarde de invierno.
The Veronicas - "Here To Dance". A pesar del tiempo transcurrido desde su último álbum de estudio, el dúo que forman las gemelas Origliasso regresó en 2024 con un mini álbum ("Gothic Summer") de apenas 22 minutos de duración. Que sin embargo, lograba explorar las distintas caras musicales de una banda poliédrica, capaz de arrimarse casi a cualquier estilo sin perder comercialidad. Como en el caso de este tema que no sabemos si es pop, funky, rock o disco, pero que resulta disfrutable para todo al que le guste uno de estos estilos.
Girli - "Crush me up". Y una solista femenina más, en este caso del mismo Londres. Que con su segundo disco ("Matriarchy") ha empezado a salir de los ámbitos más minoritarios, aunque aún sigue siendo una desconocida para el gran público. A pesar de que es capaz de mezclar los sonidos más ochenteros con el hyperpop más actual, y sonar a ella misma. Y encima conjugando baile y reivindicación. Sólo le falta afinar un poco más el tiro para dar el gran salto.
Boston Manor - "HEAT ME UP". Con su quinto álbum ("Sundiver"), la banda de punk-rock británica dio un peligroso paso atrás justo cuando parecía que su propuesta iba a desbordar su tradicional ámbito minoritario. Porque entre su tracklist costaba encontrar momentos de verdadera oscuridad, de su proverbial rabia contenida. Pero afortunadamente, alguno había, como éste tema de rock al límite con el que parecen reivindicar que aún son una de las mejores bandas de rock de la actualidad.
Hippo Campus - "Everything At Once". La banda de Minessota sigue cómoda en su ámbito de pop reposado y mayoritariamente acústico, y su última entrega ("Everything At Once") lo refrendó por completo. Algo que no es en absoluto malo para los que echan de menos que otras bandas como Belle And Sebastian, Travis o incluso los primeros Coldplay sigan creando medios tiempos exquisitos como éste. Emoción sin artificios.
Propaganda - "Tipping Point". Quizá en respuesta a los xPropaganda que revivieron las vocalistas originales de la banda hace un par de temporadas, en 2024 los alemanes Ralf Dörper y Michael Mertens recuperaron la mítica denominación original de su proyecto de los ochenta con un álbum del mismo título que, no obstante, quedaba por debajo del entregado por sus ex-compañeras. Aunque contenía este tema, de lejos lo mejor del disco: sintético desde su acolchado comienzo y rematado por un notable estribillo.
Julia-Sophie - "Numb". Otra solista más, en este caso la franco-británica Julia-Sophie. Que con su experimental álbum de debut ("Forgive too slow") demostró que también sabía cómo crear música accesible para un público más amplio. Como lo demuestra este tema de aparente spoken word electrónico que poco a poco va ganando ritmo hasta desembocar en un estribillo infeccioso primero, y unos desquiciantes pasajes instrumentales después.
Everything Everything - "Cold Reactor". El ya veterano cuarteto de Manchester entregó en 2024 el que para mí es su mejor álbum hasta la fecha: "Mountain Head", su séptimo disco, los mostraba con una personalidad y una confianza en su propuesta apabullentes. Y dentro de un puñado de sencillos notables, seguramente el más llamativo era este tema rápido que para otras bandas no habría pasado de un buen número de power-pop, pero que ellos llevaron a una etérea superposición vocal, con un elaborado estribillo y un todavía mejor tramo instrumental final.
Confidence Man - "So What". Desde que debutaron en formato álbum en 2018, la banda de Brisbane (Australia) ha ido ganando repercusión allende sus fronteras gracias a su propuesta desenfada, apta para una gran variedad de festivales. Así hasta llegar a este tema de disco-pop tan honestamente festivo como disfrutable. Hedonismo en estado puro, ajeno a mensajes y modas. So What?
Underworld - "Techno Shinkansen". Tras un lustro de ausencia, Karl Hyde y Rick Smith regresaron en 2024 con el que es ya su undécimo álbum. "Strawberry Hotel" no será su disco más inspirado, y ni de lejos de los más arriesgados sonoramente hablando. Pero de su coctelera de house, techno y ambient, aderezado con toques de pop y siempre bailable en la discoteca o el festival de turno, siguen extrayendo grandes temas, como este instrumental cuyo título no puede ser más adecuado a su sonido.
Public Service Broadcasting - "Electra". El cuarto británico de art-rock / krautrock regresó en 2024 con su quinto álbum. "The Last Flight" demostró una vez más que su propuesta puede resultar tan personal y ajena a las modas como exitosa en las listas (nuevamente Top 3 en su país). Quizá porque a su sonido pulido y a su vocación exploratoria le aportan la suficiente dosis de pop como para volverlo accesible al gran público.
Echo Machine - "Anticipation". La banda escocesa tardó tanto tiempo en darle continuidad a su impactante debut (nada menos que cuatro años de silencio hasta su "Accidental Euphoria") que perdieron toda oportunidad de salir de su círculo minoritario. Algo que de todas formas no habría merecido un álbum claramente inferior a su primera entrega, aunque este tema de rock épico y singular interpretación vocal mantenga el nivel de sus primeros trallazos.
Poppy - "Crystallized". Cada vez más orientada al heavy-metal, la artista de Boston Moriah Rose Pereira (es decir, Poppy), nos recordó con esta canción vertiginosa que aún sabe cómo mirar a los ochenta y darle un disfrutable barniz electrónico a sus canciones más melódicas, como solía hacer en sus cinco álbumes anteriores.
Y es que en esta lista donde las solistas son amplia mayoría no quedaba otra alternativa que cerrar con una última fémina. En todo caso, espero que esta recopilación les haya ayudado a descubrir otros grandes momentos de 2024 que quizá les habían pasado desapercibidos. Al tiempo que les emplazo a mi próxima entrada, otra recomendable selección de veinte grandes temas internacionales.
Antes de entrar en materia con esta segunda entrega de mi selección de 2024, debo advertirles que, a diferencia de la entrada anterior, he preferido no ordernar las canciones del veintiuno al cuarenta; me parecía una minuciosidad excesiva, además de no ser mi intención a la hora de presentarles estos temas. Por lo demás, mantengo el criterio habitual: todas ellas son canciones internacionales que han visto la luz en formato sencillo/videoclip a lo largo de los pasados doce meses.
Sin más dilación, aquí les ofrezco la lista:
Laurel - "45 Degrees". Tras seis años de silencio, la atractiva solista británica retornó con un disco ("Palpitations") que tal vez miraba en exceso al pasado. Pero lo que hacía con gran sensibilidad y buen gusto, de los que este medio tiempo de interpretación irreprochable es un fiel reflejo.
Dylan - "The Alibi". Otra solista británica, que en este caso lo que entregó fue un sencillo que anticipa el que, a no mucho tardar, debería ser segundo álbum. Pop contemporáneo, bien instrumentado y mejor armonizado, en una de esas canciones a las que solamente la falta de una mayor promoción la ha privado de un éxito masivo. Porque el estribillo es fantástico.
Pet Shop Boys - "Loneliness". El sencillo que anticipó el decimosexto álbum del veterano dúo ("Nonetheless") resiste la dura prueba de ser interpretada en concierto junto a sus grandes clásicos. Y además es un estupendo exponente de las particularidades de esta entrega (sección de cuerda, voces dobladas). ¿Hasta cuándo aguantarán con un nivel así?
Hembree - "Money Time Love". El quinteto estadounidense parece que sigue sin tomarse demasiado en serio a sí mismo. O tal vez piensan que su pop-rock debe de ser festivo y disfrutable por encima de todas las cosas. Pero a sus estrofas de segundas voces desquiciantes le sigue un estribillo brutal, de estos que en cualquier garito alternativo arrasaría... si lo conocieran.
Gracie Abrams - "Risk". Otra solista femenina (norteamericana en este caso), que con su segundo álbum ("The Secret of Us") ha dado la campanada, consiguiendo salir del circuito indie para arrasar a nivel de ventas en casi todo el mundo. A pesar de que ha sido completamente fiel a lo que constituía el sello de identidad de su debut: la delicadeza, las emociones a flor de piel, la preferencia por las instrumentaciones acústicas... A ver si a partir de ahora es capaz de aguantar la presión del showbusiness.
Joe Goddard feat. Findia - "Destiny". El músico y DJ británico aprovechó el parón de su banda matriz, Hot Chip, para publicar su tercer álbum en solitario ("Harmonics"), quizá el más flojo de los suyos hasta ahora (en parte debido a la lógica dispersión artística de un creador que se apoya tanto en otros colaboradores). Pero que contenía trallazos de dance-pop para todo tipo de pistas como éste, capaz de encajar una melodía completa con estrofas, estribillo y parte nueva, con toda la parafernalia habitual de Goddard a los platos.
Orla Gartland - "Little Chaos". Una solista femenina más, esta vez irlandesa, que con su segundo álbum ("Everybody Needs a Hero") tal vez haya dado un paso atrás respecto a la repercusión que se esperaba de ella, pero que ha seguido entregando píldoras de rock actualizado a las sonoridades de 2024. Porque a ver si no cómo explicamos hace convivir un excelente (y largo) riff de guitarra con esos pasajes de ironía sintetizada.
Telenova - "Teardrop". Personalmente esperaba más del álbum de debut del trío australiano ("Time Is A Flower"), por lo que se había dicho de ellos y por medios tiempos impecables como éste. Pero al disco tal vez le sobraba ampulosidad y le faltaba un poco de inspiración. Algo que por fortuna no aplica a este medio tiempo triste, de instrumentación tan intemporal como inmaculada. Ideal para una melancólica tarde de invierno.
The Veronicas - "Here To Dance". A pesar del tiempo transcurrido desde su último álbum de estudio, el dúo que forman las gemelas Origliasso regresó en 2024 con un mini álbum ("Gothic Summer") de apenas 22 minutos de duración. Que sin embargo, lograba explorar las distintas caras musicales de una banda poliédrica, capaz de arrimarse casi a cualquier estilo sin perder comercialidad. Como en el caso de este tema que no sabemos si es pop, funky, rock o disco, pero que resulta disfrutable para todo al que le guste uno de estos estilos.
Girli - "Crush me up". Y una solista femenina más, en este caso del mismo Londres. Que con su segundo disco ("Matriarchy") ha empezado a salir de los ámbitos más minoritarios, aunque aún sigue siendo una desconocida para el gran público. A pesar de que es capaz de mezclar los sonidos más ochenteros con el hyperpop más actual, y sonar a ella misma. Y encima conjugando baile y reivindicación. Sólo le falta afinar un poco más el tiro para dar el gran salto.
Boston Manor - "HEAT ME UP". Con su quinto álbum ("Sundiver"), la banda de punk-rock británica dio un peligroso paso atrás justo cuando parecía que su propuesta iba a desbordar su tradicional ámbito minoritario. Porque entre su tracklist costaba encontrar momentos de verdadera oscuridad, de su proverbial rabia contenida. Pero afortunadamente, alguno había, como éste tema de rock al límite con el que parecen reivindicar que aún son una de las mejores bandas de rock de la actualidad.
Hippo Campus - "Everything At Once". La banda de Minessota sigue cómoda en su ámbito de pop reposado y mayoritariamente acústico, y su última entrega ("Everything At Once") lo refrendó por completo. Algo que no es en absoluto malo para los que echan de menos que otras bandas como Belle And Sebastian, Travis o incluso los primeros Coldplay sigan creando medios tiempos exquisitos como éste. Emoción sin artificios.
Propaganda - "Tipping Point". Quizá en respuesta a los xPropaganda que revivieron las vocalistas originales de la banda hace un par de temporadas, en 2024 los alemanes Ralf Dörper y Michael Mertens recuperaron la mítica denominación original de su proyecto de los ochenta con un álbum del mismo título que, no obstante, quedaba por debajo del entregado por sus ex-compañeras. Aunque contenía este tema, de lejos lo mejor del disco: sintético desde su acolchado comienzo y rematado por un notable estribillo.
Julia-Sophie - "Numb". Otra solista más, en este caso la franco-británica Julia-Sophie. Que con su experimental álbum de debut ("Forgive too slow") demostró que también sabía cómo crear música accesible para un público más amplio. Como lo demuestra este tema de aparente spoken word electrónico que poco a poco va ganando ritmo hasta desembocar en un estribillo infeccioso primero, y unos desquiciantes pasajes instrumentales después.
Everything Everything - "Cold Reactor". El ya veterano cuarteto de Manchester entregó en 2024 el que para mí es su mejor álbum hasta la fecha: "Mountain Head", su séptimo disco, los mostraba con una personalidad y una confianza en su propuesta apabullentes. Y dentro de un puñado de sencillos notables, seguramente el más llamativo era este tema rápido que para otras bandas no habría pasado de un buen número de power-pop, pero que ellos llevaron a una etérea superposición vocal, con un elaborado estribillo y un todavía mejor tramo instrumental final.
Confidence Man - "So What". Desde que debutaron en formato álbum en 2018, la banda de Brisbane (Australia) ha ido ganando repercusión allende sus fronteras gracias a su propuesta desenfada, apta para una gran variedad de festivales. Así hasta llegar a este tema de disco-pop tan honestamente festivo como disfrutable. Hedonismo en estado puro, ajeno a mensajes y modas. So What?
Underworld - "Techno Shinkansen". Tras un lustro de ausencia, Karl Hyde y Rick Smith regresaron en 2024 con el que es ya su undécimo álbum. "Strawberry Hotel" no será su disco más inspirado, y ni de lejos de los más arriesgados sonoramente hablando. Pero de su coctelera de house, techno y ambient, aderezado con toques de pop y siempre bailable en la discoteca o el festival de turno, siguen extrayendo grandes temas, como este instrumental cuyo título no puede ser más adecuado a su sonido.
Public Service Broadcasting - "Electra". El cuarto británico de art-rock / krautrock regresó en 2024 con su quinto álbum. "The Last Flight" demostró una vez más que su propuesta puede resultar tan personal y ajena a las modas como exitosa en las listas (nuevamente Top 3 en su país). Quizá porque a su sonido pulido y a su vocación exploratoria le aportan la suficiente dosis de pop como para volverlo accesible al gran público.
Echo Machine - "Anticipation". La banda escocesa tardó tanto tiempo en darle continuidad a su impactante debut (nada menos que cuatro años de silencio hasta su "Accidental Euphoria") que perdieron toda oportunidad de salir de su círculo minoritario. Algo que de todas formas no habría merecido un álbum claramente inferior a su primera entrega, aunque este tema de rock épico y singular interpretación vocal mantenga el nivel de sus primeros trallazos.
Poppy - "Crystallized". Cada vez más orientada al heavy-metal, la artista de Boston Moriah Rose Pereira (es decir, Poppy), nos recordó con esta canción vertiginosa que aún sabe cómo mirar a los ochenta y darle un disfrutable barniz electrónico a sus canciones más melódicas, como solía hacer en sus cinco álbumes anteriores.
Y es que en esta lista donde las solistas son amplia mayoría no quedaba otra alternativa que cerrar con una última fémina. En todo caso, espero que esta recopilación les haya ayudado a descubrir otros grandes momentos de 2024 que quizá les habían pasado desapercibidos. Al tiempo que les emplazo a mi próxima entrada, otra recomendable selección de veinte grandes temas internacionales.
domingo, 26 de enero de 2025
Las 20 mejores canciones internacionales de 2024
Estamos ya casi a finales de enero, así que una vez es momento de echar la vista atrás y proponerles una lista que refleje las mejores canciones internacionales del pasado 2024 según este humilde blog. Algo que, por cierto, casi todos los podcasts, blogs, webs y publicaciones especializadas tienden cada vez más a hacer cuando al año en curso le quedan todavía unas cuantas semanas. Es como si la música que se publicara en diciembre fuera de inferior calidad. Un hecho con el que por supuesto no comulgo, y también la razón por la que hasta el pasado 2 de Enero no comencé a recopilar los temas que conforman esta lista. Hecha esta precisión, déjenme decirles que la normalidad creativa a la que aludía el pasado ejercicio creo que se ha consolidado finalmente en la música contemporánea. De manera que esta lista que les propongo hoy va a volver a estar complementada en próximas fechas con dos entradas adicionales. O lo que es lo mismo, otras cuarenta canciones internacionales más. Porque, tras muchos años de "vacas flacas", por fin se está consolidando un resurgimiento creativo en el económicamente decadente negocio musical. Por supuesto, el volumen de canciones creadas y publicadas ha alcanzado ya desde hace un par de temporadas los niveles habituales, pero es que estilos en mi opinión mediocres, como el trap, el urban y el hip-hop siguen poco a poco perdiendo fuerza y repercusión, mientras que cada vez hay más artistas que rehúyen de esas propuestas tan simplistas e intentan ofrecer algo más elaborado y al mismo tiempo universal.
Como en ocasiones anteriores, es mi deber recordarles que el volumen de álbumes publicados excede ampliamente los aproximadamente sesenta que he conseguido escuchar en los pasados doce meses, por lo que seguiré sin elaborar una lista de mejores discos. Pero a continuación les ofrezco lo que para mí es la lista de mejores canciones internacionales de los pasados doce meses, considerando que el volumen que he escuchado sí ha sido lo suficientemente significativo. Elaborada con mis dos criterios de siempre: temas que hayan visto la luz en formato sencillo/videoclip, y una única canción por artista. Con la intención de conseguir una panorámica lo más amplia posible de 2024. Y siempre intentando acercarles las mejores melodías, los sonidos más universales, las producciones más brillantes, las tendencia más interesantes y, en suma, el talento y la calidad que tratan de ser los pilares que sostienen este ya veterano blog.
La lista de este año vuelve a poner de manifiesto el eclecticisimo de la música contemporánea en cuanto a su lugar de creación. Reflejo de que nos encontramos ante el verdadero lenguaje universal de nuestro tiempo, al margen de estilos característicos de uno u otro lugar del mundo: artistas británicos, estadounidenses, sudafricanos, australianos, húngaros, alemanes, franceses... ¿Se puede ofrecer más internacionalidad en menos temas?
Sin más dilación, aquí les presento la lista:
1. London Grammar - "Into Gold". La canción del año no es una más de tantas maravillas elegantes y envolventes que ha entregado el trío londinense a lo largo de una década larga de actividad; es la demostración de que también saben cómo hacer crecer una de sus impecables baladas hasta desembocar en una catarsis de electrónica. Y todo ello sin perder ni un ápice de personalidad, gracias a la irrepetible voz de Hannah Reid y al talento del multi-instrumentista Dot Major.
2. Taylor Swift - "My Boy Only Breaks His Favorite Toys". Además de haber alcanzado en 2024 cotas de popularidad y repercusión nunca antes logradas por ninguna otra cantante en el presente siglo, Taylor Swift ha publicado el que seguramente sea el sencillo de mayor calidad de toda su carrera: tres minutos y medio de synth-pop sin tregua, intemporal en su instrumentación, fantástico en sus armonías, con una letra sugerente y un estribillo irresistible. La mejor evidencia de que comercialidad y calidad no siempre están reñidas.
3. Sleater Kinney - "Untidy Creature". A estas alturas de su carrera el veterano dúo de Washington ha entregado el que para mí es el mejor tema de rock de los pasados doce meses. Un tema intenso, profundo, que no rehúye de un bajo sintetizado ni de un discreto piano, pero que se sustenta en el maravilloso riff de guitarra eléctrica de Carrie Brownstein y en una composoción tan cruda en sus estrofas como esperanzadora en su desgarrador estribillo y en los pasajes de balada clásica con la que lo rematan.
4. Lauren Mayberry - "Change shapes". El debut en solitario de la cantante del trío escocés Chvrches ha sido una de las grandes sorpresas de la temporada. Porque en vez de recrearse en ese electropop disfrutable pero un tanto añejo de su banda matriz, Mayberry ha optado por un pop fresco y versátil, partiendo de grandes composiciones que enriquece con una producción y unos arreglos fascinantes a la vez que de una contemporaneidad arrolladora. Tanto, que podría haber escogido cualquiera de sus sencillos para figurar en esta lista. Aunque "Change shapes" me parece el más brillante y disfrutable.
5. Bishop Briggs - "Good For Me". El tercer álbum de la británica afincada en Estados Unidos ha llevado su propuesta de rock femenino sin complejos a cotas imposibles de intuir al comienzo de su carrera. Porque "Tell My Therapist I'm Fine" es un gran álbum de principio a fin. Y todos sus sencillos rayan a gran altura, aunque mi favorito es éste, un medio tiempo cautivador en el que modula su voz para hacerla penetrante y hasta elegante a pesar de toda la energía que encierra su base rítmica.
6. Nic Billington - "Slasher". Tras muchísimos años, el solista sudafricano publicó por fin su segundo álbum, un "Dark Horse" que a todos los efectos debe entenderse como su auténtico debut en el mercado internacional. Y que a pesar de su escasa repercusión, encerraba trallazos como este momento de pop orientado a la pista de baile que, sin embargo, no rehúye de la guitarra eléctrica para conferirle una fuerza especial a todo lo que encierra su elaborada composición en tan sólo tres minutos. En manos de un solista más (re)conocido, probablemente habría arrasado en todo el planeta.
7. Chappell Roan - "Good luck, babe!". A diferencia de lo que le ha sucedido a Billington, a la estadounidense Chappell Roan, que ya descubrimos en este humilde blog en 2023, tanto con su excelente álbum de debut "The Rise and Fall of a Midwest Princess" como en cuanto a sencillos como "Red Wine Supernova", que formó parte de mi lista de otras 20 canciones recomendables de 2023, sí le ha sonreído la suerte, y ha logrado alcanzar la repercusión que merecía a nivel mundial. Con lo cual su primer sencillo de lo que será su siguiente entrega, este "Good luck, babe!" ha arrasado en medio planeta. Más femenismo bien entendado, más pop elaborado de calidad, y más instrumentación de personalidad desbordante. Se lo merece.
8. Gossip - "Crazy Again". Su retorno tras casi una década fue mejor valorado por la crítica que reconocido por el gran público. Pero "Real Power" encerraba un puñado de grandes canciones, como este power-pop luminoso que equilibra instrumentos eléctricos y electrónicos y en la que Beth Ditto canta con una dulzura exquisita, que conjuga a las mil maravillas con la contundencia de su base rítmica y las preciosas guitarras de Nathan Howdeshell.
9. Pixey - "Bring Back The Beat". Ante todo, aclarar que, para mí, "Million Dollar Baby" no fue su álbum de debut, sino el segundo de su carrera. En todo caso, la inglesa sigue profundizando en ese pop que mira al futuro sin perder de vista la psicodelia y el soul de décadas pasadas. Como lo refleja la irresistible sección de viento que arranca este temazo, y que luego evoluciona a unas tremendamente elaboradas estrofas de psicodelia pura. Sin olvidar los giros melódicos de su segunda estrofa, y la parada repleta de percusiones antes de la apoteosis final. Mucho en muy poco tiempo.
10. Rüfüs du Sol - "Break my love". El trío australiano ha alcanzado con "Inhale/Exhale" la respetable cifra de cinco álbumes de estudio. Y aunque su propuesta evoluciona muy poco a poco, siguen siendo capaces de entregar pop orientado a la pista de baile con una elegancia y un refinamiento insuperables. Y éste es el sencillo que lo mejor demuestra en su nuevo álbum: a partir de un omnipresente sampling elaboran un tema que no necesita recurrir a estridencias ni a complejos efectos para adherirse a nuestro cerebro.
11. Black Nail Cabaret - "Teach Me How To Techno". El dúo húngaro alcanzó con "Chrysanthemum", su sexto álbum, la madurez que llevaban largo tiempo apuntando. Un disco sin fisuras, versátil y, además, con un par de temas de pegada incuestionable. Sobre todo este himno que es justamente lo que su título describe: un tratado de cómo crear música techno en el año 2024 para disfrutar como si no hubiera un mañana (Emese Arvai-Illes dixit) en las mejores discotecas de Budapest. Y sin perder ni un ápice de su acusada personalidad.
12. Shelter Boy - "Growing pains". Con pocos recursos y todavía menos promoción, el alemán Simon Graupner entregó uno de los álbumes de pop-rock más redondos del pasado ejercicio. "Mercyland" contenía un puñado de canciones que miraban tanto al brit-pop como al sonido Madchester del pasado siglo, pero que descollaba gracias al tremendo momento creativo que está atravesando Shelter Boy. Como lo demuestra el largo estribillo de este temazo, que logra que sus refinadas estrofras, sostenidas por un intemporal piano, desborden en una cascada de guitarras que nos devuelve la fe en el impacto del pop de siempre.
13. AURORA - "My Body Is Not Mine". Con su quinto disco, "What Happened to the Heart?", la noruega dio un perceptible paso atrás en cuanto a calidad y a repercusión de su hasta ahora siempre creciente carrera musical. Pero entre sus nada menos que dieciseis temas había espacio para que dejara su barroquismo campestre en segundo plano y se dedicara a lo que mejor sabe hacer: canciones de synth-pop contemporáneo presididas por su singularísima personalidad, y rematadas por una producción desbordante de imaginación. Cuatro minutos en los que no dejan de suceder cosas.
14. Kaleida - "Stranger". A punto estuvimos de perdernos el tercer álbum del duo germano-británico que forman Christina Wood y Cicely Goulder. Pero gracias a la telemática y a la capacidad para sobreponerse a sus circunstancias personales, en Marzo llegó 'In Arms'. Su álbum menos brillante, cierto, pero también el mejor instrumentado. Por lo que cuando la composición acompañaba, como en este hiriente "Stranger", la piel volvía a ponerse de gallina. Y es que ese sencillo teclado vocal que rellena las partes instrumentales es casi tan emocionante como la sentida voz de Wood.
15. SHAED - "Everybody Knows I'm High". El segundo álbum del trío estadounidense, "Spinning Out", tardó tanto en ver la luz que perdieron la oportunidad de beneficiarse del empuje de su primera entrega, y ahora su carrera ha quedado restringida a un ámbito tan minoritario que no sé si tendrán ganas de continuar. Pero es que su nueva colección de canciones estaba justa de inspiración. Aunque afortunadamente esta gran canción nos demostró que aún se podía creer en su pop clásico, repleto de buen gusto, melodía intachable y una excelente interpretación vocal a cargo de Chelsea Lee.
16. St. Vincent - "Sweetest Fruit". La inclasificable artista de origen texana Anne Erin Clark logró finalmente con su séptimo álbum ("All Born Screaming") reunir un conjunto de canciones lo suficientemente digerible por una audiencia relativamente masiva. Y aunque sus estrofas de melodía chirriante puedan indicar lo contrario, éste fue uno de sus momentos más disfrutables: un estribillo accessible, una instrumentación a la que el oído se va acostumbrando con sucesivas escuchas, y unos largos pasajes instrumentales que demuestran todo lo que puede dar de sí St. Vincent. Tanto, que recientemente ha publicado el mismo álbum pero interpretado en español.
17. Slenderbodies - "Before". Para mí el mejor tema de indie-pop de los pasados doce meses. El dúo californiano formado por Ben Barsochinni y Aram “Max” Vehuni publicó este sencillo que se supone anticipa su siguiente álbum sin hacer ruido. Pero su propuesta delicada, y su interpretación vocal casi sigilosa nos demuestra que la emoción a veces reside en las pequeñas cosas, lejos de la ampulosidad y la pretenciosidad de tantos y tantos artistas incapaces de entregar una pieza ni la décima parte de cautivadora. Nos alegrará el más gris de los días con sus pasajes de steel guitar.
18. The Knocks ft. Yelle - "All the time / Tout le temps". El dúo neoyorkino de future funk The Knocks entregó la pasada temporada un tema tan infecciosamente irresistible que parece mentira que no se trate de una versión. Echando la vista atrás para tirar de electroclash y meterlo en la coctelera con el pop británico ochentero de influencias francesas y su omnipresente bajo, nos podemos tirar un día entero tarareándola. Y es que la colaboración con la banda de música electrónica Yelle no ha podido entregar mejor fruto.
19. Feeder - "Unconditional". Como el que no quiere la cosa, la banda de Grant Nicholas llegó con "Black/Red" nada menos que a su duodécimo disco de estudio. Un álbum tal vez largo y homogéneo en exceso, pero sin una sola canción menor, y con grandes momentos como este medio tiempo en el que el galés reduce la presencia de la electricidad y recurre a una efectiva sección de cuerda para otorgarle un aire mayestático a uno de esos temas que nos hace creer en que la vida aún puede volverse mejor. Y al tiempo recordarnos que Nicholas es uno de los mejores creadores de música rock del presente siglo. Sensacional estribillo.
20. Alison Goldfrapp - "I Wanna Be Loved (Just A Little Better)". Anticipando lo que en algún momento será su segundo álbum en solitario, la londinense nos demostró que, cerca ya de los sesenta años, aún es capaz de entregar música disco que suene sintética y moderna al mismo tiempo sin necesidad de mirar en exceso al pasado. A ello contribuye la producción del ubicuo Richard X, artífice de un sonido que raya al mismo nivel que la sensual interpretación de Goldfrapp, la cual es capaz de convertir una frase repetida hasta la saciedad en un estribillo hipnótico.
Al igual que en años anteriores, soy consciente de haber dejado fuera de la lista temas que probablemente lo habrían merecido, pues es imposible dejar la subjetividad completamente aparte en un ejercicio de esta naturaleza. Afortunadamente, como les anticipaba, en próximas semanas otras cuarenta canciones vendrán a aliviar esos potenciales errores. Pero aun con esta limitación, estoy convencido de que estas veinte canciones son un excelente reflejo de lo mejor que nos ha ofrecido musicalmente 2024. Dado que evidencian que, si no nos negamos a aceptar sin más lo que nos tratan de imponer medios generalistas e independientes, se pueden seguir encontrando fantásticos momentos en el panorama musical internacional. Así que espero que la disfruten, y que tal vez les ayude a descubrir a algún que otro artista que hasta ahora les había pasado desapercibido.
Como en ocasiones anteriores, es mi deber recordarles que el volumen de álbumes publicados excede ampliamente los aproximadamente sesenta que he conseguido escuchar en los pasados doce meses, por lo que seguiré sin elaborar una lista de mejores discos. Pero a continuación les ofrezco lo que para mí es la lista de mejores canciones internacionales de los pasados doce meses, considerando que el volumen que he escuchado sí ha sido lo suficientemente significativo. Elaborada con mis dos criterios de siempre: temas que hayan visto la luz en formato sencillo/videoclip, y una única canción por artista. Con la intención de conseguir una panorámica lo más amplia posible de 2024. Y siempre intentando acercarles las mejores melodías, los sonidos más universales, las producciones más brillantes, las tendencia más interesantes y, en suma, el talento y la calidad que tratan de ser los pilares que sostienen este ya veterano blog.
La lista de este año vuelve a poner de manifiesto el eclecticisimo de la música contemporánea en cuanto a su lugar de creación. Reflejo de que nos encontramos ante el verdadero lenguaje universal de nuestro tiempo, al margen de estilos característicos de uno u otro lugar del mundo: artistas británicos, estadounidenses, sudafricanos, australianos, húngaros, alemanes, franceses... ¿Se puede ofrecer más internacionalidad en menos temas?
Sin más dilación, aquí les presento la lista:
1. London Grammar - "Into Gold". La canción del año no es una más de tantas maravillas elegantes y envolventes que ha entregado el trío londinense a lo largo de una década larga de actividad; es la demostración de que también saben cómo hacer crecer una de sus impecables baladas hasta desembocar en una catarsis de electrónica. Y todo ello sin perder ni un ápice de personalidad, gracias a la irrepetible voz de Hannah Reid y al talento del multi-instrumentista Dot Major.
2. Taylor Swift - "My Boy Only Breaks His Favorite Toys". Además de haber alcanzado en 2024 cotas de popularidad y repercusión nunca antes logradas por ninguna otra cantante en el presente siglo, Taylor Swift ha publicado el que seguramente sea el sencillo de mayor calidad de toda su carrera: tres minutos y medio de synth-pop sin tregua, intemporal en su instrumentación, fantástico en sus armonías, con una letra sugerente y un estribillo irresistible. La mejor evidencia de que comercialidad y calidad no siempre están reñidas.
3. Sleater Kinney - "Untidy Creature". A estas alturas de su carrera el veterano dúo de Washington ha entregado el que para mí es el mejor tema de rock de los pasados doce meses. Un tema intenso, profundo, que no rehúye de un bajo sintetizado ni de un discreto piano, pero que se sustenta en el maravilloso riff de guitarra eléctrica de Carrie Brownstein y en una composoción tan cruda en sus estrofas como esperanzadora en su desgarrador estribillo y en los pasajes de balada clásica con la que lo rematan.
4. Lauren Mayberry - "Change shapes". El debut en solitario de la cantante del trío escocés Chvrches ha sido una de las grandes sorpresas de la temporada. Porque en vez de recrearse en ese electropop disfrutable pero un tanto añejo de su banda matriz, Mayberry ha optado por un pop fresco y versátil, partiendo de grandes composiciones que enriquece con una producción y unos arreglos fascinantes a la vez que de una contemporaneidad arrolladora. Tanto, que podría haber escogido cualquiera de sus sencillos para figurar en esta lista. Aunque "Change shapes" me parece el más brillante y disfrutable.
5. Bishop Briggs - "Good For Me". El tercer álbum de la británica afincada en Estados Unidos ha llevado su propuesta de rock femenino sin complejos a cotas imposibles de intuir al comienzo de su carrera. Porque "Tell My Therapist I'm Fine" es un gran álbum de principio a fin. Y todos sus sencillos rayan a gran altura, aunque mi favorito es éste, un medio tiempo cautivador en el que modula su voz para hacerla penetrante y hasta elegante a pesar de toda la energía que encierra su base rítmica.
6. Nic Billington - "Slasher". Tras muchísimos años, el solista sudafricano publicó por fin su segundo álbum, un "Dark Horse" que a todos los efectos debe entenderse como su auténtico debut en el mercado internacional. Y que a pesar de su escasa repercusión, encerraba trallazos como este momento de pop orientado a la pista de baile que, sin embargo, no rehúye de la guitarra eléctrica para conferirle una fuerza especial a todo lo que encierra su elaborada composición en tan sólo tres minutos. En manos de un solista más (re)conocido, probablemente habría arrasado en todo el planeta.
7. Chappell Roan - "Good luck, babe!". A diferencia de lo que le ha sucedido a Billington, a la estadounidense Chappell Roan, que ya descubrimos en este humilde blog en 2023, tanto con su excelente álbum de debut "The Rise and Fall of a Midwest Princess" como en cuanto a sencillos como "Red Wine Supernova", que formó parte de mi lista de otras 20 canciones recomendables de 2023, sí le ha sonreído la suerte, y ha logrado alcanzar la repercusión que merecía a nivel mundial. Con lo cual su primer sencillo de lo que será su siguiente entrega, este "Good luck, babe!" ha arrasado en medio planeta. Más femenismo bien entendado, más pop elaborado de calidad, y más instrumentación de personalidad desbordante. Se lo merece.
8. Gossip - "Crazy Again". Su retorno tras casi una década fue mejor valorado por la crítica que reconocido por el gran público. Pero "Real Power" encerraba un puñado de grandes canciones, como este power-pop luminoso que equilibra instrumentos eléctricos y electrónicos y en la que Beth Ditto canta con una dulzura exquisita, que conjuga a las mil maravillas con la contundencia de su base rítmica y las preciosas guitarras de Nathan Howdeshell.
9. Pixey - "Bring Back The Beat". Ante todo, aclarar que, para mí, "Million Dollar Baby" no fue su álbum de debut, sino el segundo de su carrera. En todo caso, la inglesa sigue profundizando en ese pop que mira al futuro sin perder de vista la psicodelia y el soul de décadas pasadas. Como lo refleja la irresistible sección de viento que arranca este temazo, y que luego evoluciona a unas tremendamente elaboradas estrofas de psicodelia pura. Sin olvidar los giros melódicos de su segunda estrofa, y la parada repleta de percusiones antes de la apoteosis final. Mucho en muy poco tiempo.
10. Rüfüs du Sol - "Break my love". El trío australiano ha alcanzado con "Inhale/Exhale" la respetable cifra de cinco álbumes de estudio. Y aunque su propuesta evoluciona muy poco a poco, siguen siendo capaces de entregar pop orientado a la pista de baile con una elegancia y un refinamiento insuperables. Y éste es el sencillo que lo mejor demuestra en su nuevo álbum: a partir de un omnipresente sampling elaboran un tema que no necesita recurrir a estridencias ni a complejos efectos para adherirse a nuestro cerebro.
11. Black Nail Cabaret - "Teach Me How To Techno". El dúo húngaro alcanzó con "Chrysanthemum", su sexto álbum, la madurez que llevaban largo tiempo apuntando. Un disco sin fisuras, versátil y, además, con un par de temas de pegada incuestionable. Sobre todo este himno que es justamente lo que su título describe: un tratado de cómo crear música techno en el año 2024 para disfrutar como si no hubiera un mañana (Emese Arvai-Illes dixit) en las mejores discotecas de Budapest. Y sin perder ni un ápice de su acusada personalidad.
12. Shelter Boy - "Growing pains". Con pocos recursos y todavía menos promoción, el alemán Simon Graupner entregó uno de los álbumes de pop-rock más redondos del pasado ejercicio. "Mercyland" contenía un puñado de canciones que miraban tanto al brit-pop como al sonido Madchester del pasado siglo, pero que descollaba gracias al tremendo momento creativo que está atravesando Shelter Boy. Como lo demuestra el largo estribillo de este temazo, que logra que sus refinadas estrofras, sostenidas por un intemporal piano, desborden en una cascada de guitarras que nos devuelve la fe en el impacto del pop de siempre.
13. AURORA - "My Body Is Not Mine". Con su quinto disco, "What Happened to the Heart?", la noruega dio un perceptible paso atrás en cuanto a calidad y a repercusión de su hasta ahora siempre creciente carrera musical. Pero entre sus nada menos que dieciseis temas había espacio para que dejara su barroquismo campestre en segundo plano y se dedicara a lo que mejor sabe hacer: canciones de synth-pop contemporáneo presididas por su singularísima personalidad, y rematadas por una producción desbordante de imaginación. Cuatro minutos en los que no dejan de suceder cosas.
14. Kaleida - "Stranger". A punto estuvimos de perdernos el tercer álbum del duo germano-británico que forman Christina Wood y Cicely Goulder. Pero gracias a la telemática y a la capacidad para sobreponerse a sus circunstancias personales, en Marzo llegó 'In Arms'. Su álbum menos brillante, cierto, pero también el mejor instrumentado. Por lo que cuando la composición acompañaba, como en este hiriente "Stranger", la piel volvía a ponerse de gallina. Y es que ese sencillo teclado vocal que rellena las partes instrumentales es casi tan emocionante como la sentida voz de Wood.
15. SHAED - "Everybody Knows I'm High". El segundo álbum del trío estadounidense, "Spinning Out", tardó tanto en ver la luz que perdieron la oportunidad de beneficiarse del empuje de su primera entrega, y ahora su carrera ha quedado restringida a un ámbito tan minoritario que no sé si tendrán ganas de continuar. Pero es que su nueva colección de canciones estaba justa de inspiración. Aunque afortunadamente esta gran canción nos demostró que aún se podía creer en su pop clásico, repleto de buen gusto, melodía intachable y una excelente interpretación vocal a cargo de Chelsea Lee.
16. St. Vincent - "Sweetest Fruit". La inclasificable artista de origen texana Anne Erin Clark logró finalmente con su séptimo álbum ("All Born Screaming") reunir un conjunto de canciones lo suficientemente digerible por una audiencia relativamente masiva. Y aunque sus estrofas de melodía chirriante puedan indicar lo contrario, éste fue uno de sus momentos más disfrutables: un estribillo accessible, una instrumentación a la que el oído se va acostumbrando con sucesivas escuchas, y unos largos pasajes instrumentales que demuestran todo lo que puede dar de sí St. Vincent. Tanto, que recientemente ha publicado el mismo álbum pero interpretado en español.
17. Slenderbodies - "Before". Para mí el mejor tema de indie-pop de los pasados doce meses. El dúo californiano formado por Ben Barsochinni y Aram “Max” Vehuni publicó este sencillo que se supone anticipa su siguiente álbum sin hacer ruido. Pero su propuesta delicada, y su interpretación vocal casi sigilosa nos demuestra que la emoción a veces reside en las pequeñas cosas, lejos de la ampulosidad y la pretenciosidad de tantos y tantos artistas incapaces de entregar una pieza ni la décima parte de cautivadora. Nos alegrará el más gris de los días con sus pasajes de steel guitar.
18. The Knocks ft. Yelle - "All the time / Tout le temps". El dúo neoyorkino de future funk The Knocks entregó la pasada temporada un tema tan infecciosamente irresistible que parece mentira que no se trate de una versión. Echando la vista atrás para tirar de electroclash y meterlo en la coctelera con el pop británico ochentero de influencias francesas y su omnipresente bajo, nos podemos tirar un día entero tarareándola. Y es que la colaboración con la banda de música electrónica Yelle no ha podido entregar mejor fruto.
19. Feeder - "Unconditional". Como el que no quiere la cosa, la banda de Grant Nicholas llegó con "Black/Red" nada menos que a su duodécimo disco de estudio. Un álbum tal vez largo y homogéneo en exceso, pero sin una sola canción menor, y con grandes momentos como este medio tiempo en el que el galés reduce la presencia de la electricidad y recurre a una efectiva sección de cuerda para otorgarle un aire mayestático a uno de esos temas que nos hace creer en que la vida aún puede volverse mejor. Y al tiempo recordarnos que Nicholas es uno de los mejores creadores de música rock del presente siglo. Sensacional estribillo.
20. Alison Goldfrapp - "I Wanna Be Loved (Just A Little Better)". Anticipando lo que en algún momento será su segundo álbum en solitario, la londinense nos demostró que, cerca ya de los sesenta años, aún es capaz de entregar música disco que suene sintética y moderna al mismo tiempo sin necesidad de mirar en exceso al pasado. A ello contribuye la producción del ubicuo Richard X, artífice de un sonido que raya al mismo nivel que la sensual interpretación de Goldfrapp, la cual es capaz de convertir una frase repetida hasta la saciedad en un estribillo hipnótico.
Al igual que en años anteriores, soy consciente de haber dejado fuera de la lista temas que probablemente lo habrían merecido, pues es imposible dejar la subjetividad completamente aparte en un ejercicio de esta naturaleza. Afortunadamente, como les anticipaba, en próximas semanas otras cuarenta canciones vendrán a aliviar esos potenciales errores. Pero aun con esta limitación, estoy convencido de que estas veinte canciones son un excelente reflejo de lo mejor que nos ha ofrecido musicalmente 2024. Dado que evidencian que, si no nos negamos a aceptar sin más lo que nos tratan de imponer medios generalistas e independientes, se pueden seguir encontrando fantásticos momentos en el panorama musical internacional. Así que espero que la disfruten, y que tal vez les ayude a descubrir a algún que otro artista que hasta ahora les había pasado desapercibido.
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