Hoy les traigo por aquí el retorno de unos veteranos que son, además, viejos conocidos de este blog. Se trata del cuarteto australiano Cut Copy, que ha cumplido este año un cuarto de siglo de carrera. Un hito que han celebrado con "Moments", su séptimo álbum, y el primero en un lustro. Y que demuestra que, aunque su momento álgido de críticas y ventas ya pasó hace tiempo, la banda liderada por el cantante Dan Whitford aún tiene cosas que aportar al panorama musical contemporáneo. Eso sí, sin renunciar a su bagaje creativo, ni tampoco a la evolución estilística que se percibió en sus últimas entregas.
Y es que las primeras escuchas de las nueve canciones aquí encerradas nos retrotraen inevitablemente al de su anterior disco, "Freeze, Melt" (2020). Pero con la salvedad de que esa entrega sí priorizaba evolución sobre calidad, mientras que aquí su sonoridad ya está más consolidada, y a cambio hay una mayor inspiración creativa en las composiciones y una mayor naturalidad a la hora de entroncarlo con algunas de sus señas de identidad de álbumes anteriores, como el hedonismo, los estribillos irresistibles o los ritmos tribales. Por lo que su resultado es claramente superior al de su predecesor, y no desmerece del grueso de su discografía.
El álbum se abre con su primer sencillo y tema estrella, "Solid". Que refleja muy bien esa mezcla entre el pop nórdico y un tanto gélido de su anterior disco y los ritmos bailables que siempre les han caracterizado, y a la que me refería antes. Lo primero se aprecia en su espartano comienzo, con dos teclados volátiles en primer plano llevando la progresión armónica. Y lo segundo, a partir de la segunda estrofa, cuando entra la batería completa y el tema adquiere otra contundencia rítmica. Desde entonces el tema es un sube-y-baja continuo de teclados y efectos que lo enriquecen o lo desnudan para luego volverlo a vestir (con mención especial para la certera guitarra de Tim Hoey). Así hasta completar el que posiblemente sea su mejor sencillo en más de una década (ni siquiera ""Stars Last Me A Lifetime" de "Haiku From Zero", 2017, llega al mismo nivel). Le sigue "Belong To You", recientemente escogido también como segundo sencillo. Y en cuyo segundo estribillo colabora la cantante de folk estadounidense Kate Bollinger, en un salto estilístico notable. Su sonido entronca con el del tema anterior, pero sus estrofas son más sencillas y rítmicas, con ciertas reminiscencias funky. Afortunadamente en el estribillo el tema gana bastante, y más lo hace en ese segundo estribillo que comienza con el título del tema, pleno de dulzura y al que tan bien le sienta la steel guitar de Hoey. "Still See Love", tercer corte, es el primero en el que el cuarteto recupera su pasión por los ritmos tribales, algo que queda bien presente desde su mismo comienzo. Un bajo que es puro funky y unos teclados etéreos sostienen unas estrofas bailables que no hacen prever el atmosférico estribillo, casi exclusivamente instrumentado a base de teclados. El caso es que ese inusual contraste termina por funcionar, más aún cuando entra una marimba sintetizada que ya no deja de sonar hasta el final.
"When This Is Over" refrenda que "Moments" definitivamente supone una recuperación frente a "Freeze, Melt". Aunque musicalmente está plenamente emparentado con aquel: un medio tiempo frío y cadencioso a partes iguales. Especialmente interesante es la forma como lo van musicando, con teclados que van y vienen, y nada menos que tres guitarras diferentes, una de ellas acústica a partir de la segunda estrofa. Más la sorpesa que supone el coro infantil que canta la parte nueva (y que empieza con "One day I’ll meet you, over the water"), y la singular coda que lo remata, en unos acordes diferentes. La experimentación extrema da paso al que es mi momento favorito del disco: "Children of Fairlight", cuyo explícito título, por cierto, homenajea al archiconocido Fairlight, uno de los primeros sampleadores de la historia de la música electrónica. Otro tema rítmico y bailable sin necesidad de recurrir a un tempo muy alto, con unas estrofas de tan solo dos acordes cimentadas sobre un oscuro teclado, y un estribillo luminoso que llega de improviso. Lo demás es el gusto del que hacen gala para ir enriqueciendo la composición a partir de la segunda estrofa, con segundas voces, más teclados, una batería superpuesta al ritmo programado... Hoey y Browning. La extensa parte nueva desacelera y propone otra progresión armónica sobre un colchón de voces sampleadas... para regresar de nuevo a la apoteósica repetición final del disco, con el añadido de una guitarra eléctrica, y más voces infantiles en el peculiar cierre. A pesar de que se trata de la canción que da título al álbum, con "Moments" el disco empieza finalmente a decaer. En parte por su duración excesiva (casi ocho minutos), en parte por carecer de un estribillo de altos vuelos, en parte por unas estrofas más monótonas, el caso es que apenas pasa de corecto, ni siquiera con los tres minutos más experimentales (distintas progresión armónica y melodía) que lo rematan.
El último tercio del álbum arranca con "Gravity", también de más de siete minutos. Pero de mayor interés que su predecesor: más animado, con una potente base rítmica de reminiscencias étnicas, y un estribillo más disfrutable. Para justificar su duración el cuarteto recurre a un prolongado pasaje instrumental y monocorde hacia la mitad de la canción, y a una exploración instrumental final no muy alejada de la que podrían llevar a cabo los británicos Underworld. Sin que por ello alcance el nivel de otros cortes. El penúltimo tema, "More Alive", con su base rítmica que es puro house de finales de los ochenta a lo 808 State, es el último que destaca de "Moments". Más que sus melódicas estrofas y su correcto estribillo, lo que llama la atención es la cantidad de detalles que introducen en su instrumentación, en un trabajo de auténtica orfebrería. Y el cierre lo pone la atmosférica "Find A Place Among The Stars", cuya indietronica a mí me recuerda poderosamente a la del trío canadiense Braids. Nuevamente las estrofas pecan de simples en progresión armónica y melodía, y lo fían todo a un agradable estribillo y a otra exhibición de imaginación a la hora de instrumentar el tema con loops etéreos, samples diversos, guitarras esporádicas y teclados que apenas duran unos segundos. No es una gran canción a pesar de su adictiva coda final, pero sí resume perfectamente los pilares en los que se sostiene este "Moments".
La impresión tras múltiples escuchas es que les aprecia disfrutando con lo que hacen, y por eso se permiten salirse de convencionalismos a la hora de producir e instrumentar sus canciones con giros poco habituales. Supongo que la ambición por dar el salto de una banda alternativa a una comercial hace tiempo que la perdieron, y que les basta con ganarse la vida dignamente como músicos y entregar álbumes alineados con sus inquietudes y anhelos musicales. Reconozco que un enfoque así tiene el riesgo de que el público les pueda dar de lado, pero para los seguidores que aún mantienen, este "Moments" resultará, sin duda, un punto álgido en su carrera, que por otra parte siempre ha sido más de grandes canciones que de discos redondos (ni siquiera su álbum de referencia, "In Ghost Colours", 2008). Y aquí hay cuatro o cinco de ésas, ese synth-pop tribal y experimental que, sin embargo, también se puede bailar y cantar tanto en un garito indie como en un gran festival. Y eso ya es mucho.

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