domingo, 16 de junio de 2013

Little Boots: Nocturnes (2013)

Como en mi anterior reseña de hace unas semanas, traigo a este blog a una de las artistas que más prometedoras parecían tras su subyugante álbum de debut en 2009: Victoria Hesketh, que es la cantante, instrumentista y compositora que se esconde tras el nombre artístico de Little Boots, demostró en "Hands" que, al margen de los despistados intentos de su discográfica por presentarla como la nueva Kylie Minogue, tenía suficiente talento e intuición musical como para entregar varios momentos de synthpop contemporáneo de muchos quilates. Desafortunadamente, la presión del segundo álbum parece que le pesó en demasía, y dejó pasar su momento tras muchos meses sin publicar nada, y cuando lo hizo fue a través de unos modestos mixtapes que aunque revelaron varias composiciones nuevas ("Shake", "Everynight I say a prayer", "Headphones") pasaron desapercibidos para el gran público.

Así que prácticamente 4 años después de su debut Little Boots regresa con un álbum... de sólo 10 canciones. Dos de las cuales ya habían sido desveladas en los mixtapes a los que aludía antes. ¿Demasiado poco para tanto tiempo en silencio? Probablemente sí, pero lo que cuenta es la calidad global de esos 10 temas. Y en mi humilde opinión el nivel medio es algo inferior al de su debut, y lo que es peor, no hay ningún tema que realmente enganche desde el primer momento. Tras muchas escuchas, creo que lo que más influye en esa impresión es la producción del álbum: mayoritariamente a cargo de Tim Goldsworthy, el cerebro detrás de UNKLE y Hercules & Love Affair, ha optado por reconvertir el pop electrónico que tan bien había armonizado Greg Kurstin en "Hands" en una suerte de deep house espartano, con muy pocas pistas y, sobre todo, una base rítmica y una percusión claramente deficientes. No comparto en absoluto ese desprecio por los ritmos y las frecuencias bajas, pero menos aún en el electro house, donde tan necesario es el enfoque a la pista de baile. De hecho, me parece un recurso muy pobre para buscar una pretendida originalidad, y lo que consigue en realidad es limitar innecesariamente el ámbito de influencia del disco, condenando a Victoria a la música indie, cuando su propuesta podría enganchar al gran público.

Así sucede desde el corte que abre el disco: "Motorway" es una melancólica progresión armónica y una melodía muy bonita, y la voz de Victoria la realza convenientemente. Pero naufraga como tema bailable, por su percusión minimalista y casi inaudible. Más o menos lo que le sucede a "Confusion", unas logradas estrofas sobre unos meritorios acordes, que tras una entrada que abusa de un bajo sincopado desemboca en un estribillo plagado de cacerolas electrónicas y varios minutos de efectos insulsos pero carentes de toda fuerza rítmica. Le sigue "Broken record", el sencillo de presentación del álbum, menos logrado compositivamente que los dos anteriores sin ser un mal tema, pero que vuelve a abusar de una programación blandita y "dam dam darams". El cuarto corte es el ya conocido "Shake", ahora sí con una percusión más contundente pero cuyas melodía, progresión armónica e instrumentaciones son las más flojas hasta ese momento del álbum.

Tras un tema insulso ("Beat beat") viene el mejor tramo del disco. Primero la ya conocida "Everynight I say a prayer" con unas estrofas ciertamente simplonas pero un bonito estribillo realzado por un piano electrónico más propio de los años gloriosos del house. Después viene "Crescendo", el tema más pop del disco y quizá más emparentado con su álbum de debut, con unos acordes y una melodía tan cristalinos que incluso ella sola puede defenderla perfectamente en directo. Y se remata con "Strangers", un tema con estructura y duración de maxi-single, que no está tan desnuda como los primeros cortes del disco y que va creciendo gradualmente, arrastrando al oyente por un viaje propio de una sesión nocturna que está a punto de dar paso al chill-out. Y se remata con "All for you", otra bonita melodía intimista, no del todo bien instrumentada en el disco pero que demuestra su calidad cuando ella la interpreta desnuda en directo.

El álbum se cierra con "Satellite", un tema más en la línea del MDNA de Madonna, lleno de reverberaciones, segundas voces y por qué no reconocerlo, resultón tras varias escuchas. Victoria incluso se permite el lujo de dejar fuera uno de los tres sencillos de sus mixtapes, "Headphones", que para mí era el más logrado de los tres, con ahora sí un bajo slap perceptible, una mejor sección rítmica que cualquiera de las del álbum, una melodía discotequera y una letra original. Y es que este hecho de dejar fuera el mejor sencillo de los tres refleja a la perfección lo que le ha sucedido a Little Boots: ha entregado un disco más que decente, pero menos redondo que su predecesor por su voluntad de encasillarse en un sonido que a mi modo de ver se le queda pequeño. Así que sólo me queda esperar que aprenda de sus errores: siga creando buenas canciones, no tarde tanto en publicarlas, y que las vista de un sonido menos marginal e uniforme, más o menos como hacen Saint Etienne: que suenan originales, indies, pero dentro de unos parámetros disfrutables para otras audiencias menos exquisitas. La creatividad de Victoria se lo merece.

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