sábado, 20 de julio de 2024

Pet Shop Boys - "Nonetheless" (2024)

El pasado mes de abril fue publicado "Nonetheless", el decimoquinto álbum del dúo británico Pet Shop Boys. Un disco que llega tras nada menos que cuatro años de silencio desde su discreto "Hotspot" (2020), y con Neil Tennant y Chris Lowe bien entrados en su sexta década de vida (de hecho Tennant ha cumplido hace unos días nada menos que setenta años). Con semejante edad es complicado esperar que se muevan de su por otra parte personal propuesta, que les ha mantenido como uno de los artistas de cabecera del techno-pop durante los últimos cuarenta años. Bastante es aspirar a que su nueva colección de canciones resulte digna y medianamente perdurable. Algo que ya les puedo anticipar consiguen estas diez nuevas canciones. Aunque la efusividad con la que lo ha recibido la crítica creo que obedece más al prestigio acumulado por el dúo a lo largo de los años que a la brillantez de estas diez canciones.

Producido por el ubicuo y para mí sobrevalorado James Ford, de Simian Mobile Disco (encargado de los últimos trabajos de Blur, Artic Monkey, Jessie Ware o Depeche Mode, por citar sólo algunos), se trata de un disco homogéneo, de letras incisivas y que musicalmente pretende entroncar con la propuesta entre melancólica y sofisticada de su aclamado "Behaviour" (1990). Aunque la selección de canciones no me parece excesivamente afortunada, pues hay demasiados momentos de tempo bajo (y en general no demasiado brillantes), y faltan pasajes de ese desenfreno-británico-amanerado que tanto les ha caracterizado, y que sí aparecen en algunos de los temas que grabaron para este disco, los cuales han acabado siendo publicados como temas de complemento de sus tres sencillos.

El disco lo abre "Loneliness", que también fue el primer sencillo en anticiparlo y por tanto, su tema estrella. Se trata de un tema de ritmo rápido y doble estribillo elaborado y bastante disfrutable, por lo que su elección me parece un acierto. Le fallan un poco unas estrofas reducidas a su mínima expresión y ciertos vicios en la producción que se mantienen a lo largo de todo el disco: la voz excesivamente doblada de Tennant (todo el tiempo al menos a dos voces, cuando no más), una instrumentación excesivamente escueta, y un sonido no demasiado pulido (en especial los agudos). A cambio la orquesta que la vertebra casi en su totalidad, y que protagoniza sus intervalos instrumentales, le aporta, como en tantos otros temas de la banda, una sofisticación beneficiosa. En todo caso la canción encargada en realidad de dar a conocer y defender este "Nonetheless" es "Feel": un medio tiempo de programación sencilla, y que combina algunos pasajes un tanto anodinos con otros espectaculares (aquellos en los que la orquesta interpreta una progresión armónica diferente a la del resto de la canción, y que en los tramos cantados empieza con aquello de "You make me feel like... nobody..."). Su instrumentación un tanto retro, el minutaje excesivo, y la sobredosis de voces de Tennant la terminan convirtiendo en poco más que un momento agradable. Más disfrutable resulta "Why am I dancing?", cuyo comienzo con esa sección de viento sintetizada más propia de un pasacalles festivo ya anticipa un ritmo infeccioso y una melodía impecable (tanto que parece que se trate de una versión). La letra tan melancólica y a la vez terapéutica en su reivindicación de darle vuelta a las cosas malas de la vida y disfrutar bailando como si todo hubiera salido perfecto, y una orquesta perfectamente imbricada en el tema (con mención especial para el tramo en el que el ritmo se detiene y escuchamos a violines y violas arropar la voz de Tennant y el teclado de Lowe) la convierten en uno de los pasajes más recomendables del disco.

"New London boy" baja el tempo por primera vez, y nos propone reposar mientras Tennant echa la vista atrás a sus primeros pasos en el glamuroso Londres de los años setenta. Su letra, en especial esa parte declamada a lo West End Girls tras tantos años sin atreverse a ello, resulta claramente más interesante que una música agradable y bien orquestada, pero cuya progresión armónica y su melodía son más complicadas de interpretar que adictivas. Quizá lo más reseñable instrumentalmente hablando sea ese elegante saxofón (hace unas décadas tan habitual en medios tiempos y baladas y ahora un instrumento en desuso). Afortunadamente le sigue el que para mí es el mejor momento del disco, además de segundo sencillo: "Dancing Star" es un saludable ejercicio de nostalgia a sus años de máximo esplendor, tan bien recreado que podría pasar perfectamente por un tema olvidado en las sesiones de grabación de "Please" y que ahora ha sido encontrado por algún ingeniero en el estudio y recuperado para la causa. En realidad se trata de un sentido homenaje al bailarín Rudolf Nureyev construido sobre un medio tiempo de ritmo sincopado, y al que no le falta nada de un temazo ochentero de PSB: palmadas electrónicas, coros 100% freestyle como en las mejores bandas Miami, un synclavier para el tramo instrumental, el teclado marcando los compases con sonido "orchestra hit", punteos de guitarra eléctrica... Si encima nos encontramos con una bonita y tarareable melodía, nos encontraremos con un tema que hará las delicias de todos sus fans... si no les importa que el tema suene evidentemente antiguo en este 2024. Desgraciadamente, el disco vuelve a bajar a continuación con "A New Bohemia", para mí erróneamente elegida como tercer sencillo. No es una mala canción, y la letra vuelve a rayar a un nivel notable, pero su intento de crear un baladón apoteósico resulta un tanto fallido a pesar de otra meritoria orquesta, del cambio de tonalidad al final de cada estribillo, y de una de las partes nuevas más elaboradas del disco, como lo prueba la relativa frialdad con la que está siendo invariablemente acogida cada vez que la interpretan en su gira de este verano. El fallo de su siguiente corte, "The schlager hit parade" es que pide a gritos un tempo más alto: da incluso la impresión de que a nuestro tocadiscos le estuviera entrando menos corriente de la necesaria y el tema se estuviera reproduciendo a medio gas. Y es una pena, porque la guitarra acústica que lo vertebra está bien encargazada con los artilugios electrónicos de Lowe, y progresión armónica y melodía poseen esa euforia contenida que también ensalza su letra. Lo único que parece ir a velocidad normal es otra elaborada parte nueva, un tanto afeada por esos overdubs redoblados de batería que hace cuarenta años tal vez eran lo más, pero que ahora suenan obsoletos.

El octavo corte, "The secret of happiness", tal vez sea el momento más flojo del disco, y a decir verdad el único que nos puede tentar con pulsar el botón de forward. Un tema de sonido muy cinematográfico, casi de musical, como al dúo tanto le gusta, en el que la voz doblada de Tennant desde el mismo comienzo resulta cansina, sobre todo si está al servicio de una melodía agradable y muy bien orquestada pero tan reposada y tan conservadora instrumentalmente que puede resultar aburrida en sus más de cinco minutos. Por eso, sin ser una maravilla, el tempo más alto y la propuesta más mordaz e incisiva de "Bullet for Narcissus", el último tema bailable del disco, se agradecen. Además de que se trata de los más originales del disco gracias a las nada menos que tres guitarras eléctricas que van apareciendo a lo largo del mismo. Otra letra marca de la casa de Tennant, otro teclado en el que Loew marca con ritmo innegable los acordes, y otra orquesta para conferirle majestuosidad a la composición consiguen por hacer de la misma otro de los momentos potencialmente perdurables de "Nonetheless" (a pesar de esos redobles sobreacelerados de la caja de la batería que introducen algunas partes y que suenan bastante cutres). Y el cierre, cómo no, lo pone el cuarto tema "no bailable" del disco, un "Love is the law" que al menos esta vez sí logra su propósito de cerrar el conjunto con un sentimiento de desabrida decepción, gracias a una nueva letra inspirada y a una melodía que no pasará a la historia, pero que no aburre ni empalaga, sobre todo en un estribillo que tarda en llegar pero que, cuando lo hace, mejora la impresión global. La percusión que complementa la parte rítmica, y la forma en que se engarzan guitarra y piano, permitiendo además que quede espacio para el bajo sintetizado, reflejan que tal vez estemos ante el tema mejor producido por Ford.

Y con esa sensación de "bueno, no ha estado mal", "siguen siendo ellos", se va este "Nonetheless". Que nos recuerda lo grandes que llegaron a ser, y que muestra que aún se toman en serio su trabajo, a pesar de tanto tiempo. Aunque siendo generosos, de estas diez canciones es difícil meter más de tres o cuatro en cualquier concierto que den este 2024 para presentarlo. Personalmente prefiero la producción de Stuart Price en sus tres álbumes anteriores, más versátil y menos emperrado que Ford en doblar la voz de Tennant, en meter secciones de cuerda a toda costa y en dejar algunas composiciones tan espartanas que parecen demos. Quitando por ejemplo "A new bohemia" y "The secret of happiness" y sustituyéndolas por la larga y adictiva "Through you", del sencillo "Loneliness", y la infecciosa "I've Got Plans Involving You", del sencillo "A new bohemia", habrían logrado un disco mucho más disfrutable por sus fans a la vez que más variado en su sonido, aunque tal vez menos homogéneo. Como ha quedado, "Nonetheless" no pasará de ser una entrega digna a estas alturas de su carrera, bien reconocida por público (Top 2 en Reino Unido) y crítica (81 en Metacritic), pero un tanto conservadora y con la inspiración justa. Quien sabe si podría ser incluso su álbum de despedida. Esperemos que no, porque su contribución a la música pop de las últimas décadas a nivel mundial merece un broche de oro un poco más brillante.

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