Hoy les traigo el retorno de unos habituales de este blog: el trío londinense Saint Etienne. Que recientemente han conmemorado la friolera de sus treinta y cinco años en activo con "International", su decimotercer álbum
de estudio. Un disco que, según sus propios creadores, será el último de su carrera. Aunque al parecer no se separan, sino que simplemente seguirán publicando música en otros formatos. Algo que quizá implique que planean retornar definitivamente a la experimentación extrema de sus dos álbumes anteriores, "I've Been Trying to Tell You" (2021) y "The Night" (2024). El primero de los cuales me animé a reseñar por aquí (aunque sin mucho entusiamo), el segundo ni siquiera. Pues aun entendiendo su vocación de creaciones conceptuales orientadas al ambient pop, no me parecieron de un nivel comparable al de sus álbumes de pop clásico (de "So Tough" (1993) a "Words and Music by Saint Etienne" (2012)). Afortunadamente, antes de poner el punto final a sus creaciones en este formato, su vocalista Sarah Cracknell, y los multi-instrumentistas Bob Stanley y Pete Wiggs nos han entregado este último álbum, que ya les adelanto es uno de los mejores discos de su carrera. Un hecho poco frecuente en bandas que, como ellos, contabilizan tantos años en activo. Y que tal vez se explique porque, en realidad, llevaban ocho años sin publicar canciones de puro pop (desde su ya lejano "Home Counties" (2017)), y han dispuesto de tiempo de sobra para ir juntando temas que no encajaban en el collage sonoro de sus dos discos anteriores. Aunque a buen seguro no es la única explicación.
Y es que tanto en el nivel compositivo como en la riqueza sonora de "International" han desempeñado un papel decisivo la larga nómina de colaboradores que desfilan por estas doce canciones. Una lista que incluye tanto nombres de postín como otros menos conocidos, pero todos ellos capaces de incorporar su personalidad musical a las canciones del trío. Hasta el extremo, si antes de escuchar el disco revisamos sus créditos, de dar la impresión de que nos encontramos ante un recopilatorio de colaboraciones con otros creadores que ante un álbum de despedida. Sin embargo, pese a lo variopinto de esos artistas invitados, "International" es un disco musicalmente cohesionado, creativamente sin altibajos, y sobre todo, que ha obligado a los londinenses a dar lo mejor de sí mismos. Sin que por ello hayan dejado de arrimarse a diversos subgéneros de la música pop, como a lo largo de su carrera siempre les ha gustado hacer. Algo que se aprecia incluso más en la edición limitada que reseño hoy. La cual les recomiendo encarecidamente, pues esa buena forma que exhiben en el tracklist oficial se traslada a sus cuatro temas adicionales. Una edición limitada que, además, incorpora esos habituales jingles, diálogos y breves interludios a los que tanto ha recurrido el trío en buena parte de su carrera.
El álbum empieza por todo lo alto con "Glad", conscientemente elegido como tema estrella del disco. Un tema de pop fresco y bailable, y en cuya programación se nota la mano (tanto en la contundencia de la percusión como en la parada y el posterior crescendo entre estrofas) de uno de esos colaboradores a los que aludía antes, Tom Rowlands de The Chemical Brothers. Unas estrofas elegantes dan paso a un estribillo más evocador que tarareable, en el que a la voz de Cracknell le pone un certero contrapunto el arpegio de la guitarra en primer plano de Jez Williams. Una letra que insufla optimismo con esa propuesta de mirar las cosas de la vida que nos ponen contentos remacha un tema que encaja perfectamente con lo que se espera del trío. "Dancing Heart" cambia luminosidad pop por electrónica y ritmo, y los momentos felices de cada día por lo que supone pisar una pista de baile después de media noche. Al tema tal vez le falte un tempo un poco más alto y una percusión más contundente para ser un llenapistas, pero lo compensa con una llamativa opulencia instrumental, con detalles que se van descubriendo en sucesivas escuchas. Y que culmina en una especie de parte nueva que no es tal (pues se trata de una variación del estribillo, pero con un bajo sintetizado que va ganando terreno con cada compás). "The Go Betweens", tercer corte, con la colaboración en la composición y en la parte vocal del veterano artista británico Nick Heyward, es un tema de pop más convencional, de base rítmica contudente, y estrofas relajadas, cuyos puentes dan paso a un estribillo francamente meritorio, en el que destaca la guitarra de Augustin Bousfield. Una parte nueva bien enlazada, y sobre todo el cambio de tonalidad de las repeticiones finales del estribillo, mejoran la impresión final. "Sweet Melodies" representa otro de esos múltiples registros que han caracterizado al trío a lo largo de los años, en este caso el de los medios tiempos predominantemente instrumentales y un tanto espartanos, habituales de sus caras B. Aunque arropados en este caso por unas cuerdas sintetizadas que le otorgan cierto poso cinematográfico (realzado por las frases declamadas por Cracknell) a la vez que dan consistencia a la composición, aun cuando no llega a alcanzar el nivel de sus tres predecesoras.
"Save It For A Rainy Day" sube un poco el tempo y recupera la vertiente bailable con un tema cuya programación nos retrotrae a la primera década de los noventa, tan fructífera para el trío. Menos constreñido a la estructura estrofa-puente-estribillo que sus predecesores, es de esas canciones en la que lo mejor es dejarse llevar por lo que Bob Stanley y el programador Adam Hunte han creado en estos tres minutos, y que resulta ser una especie de cara B venida a más que se ha conseguido ganar sitio en el tracklist definitivo. "Fade" empieza como si fuera la balada del álbum, dejando entrever entre su colchón sinfónico la mano del compositor de bandas sonoras Mark Waterfield. Pero aunque nunca pierde su calidez y su delicadeza, cuando surge el estribillo da comienzo una programación sincopada típica del trío, y que lo aleja de lo que cabría esperar de este tipo de canciones. Aunque la tristeza resignada de su excelente letra ("I can feel our love fade // Watching it slip away, I don't know what to say"), y las múltiples voces dobladas de una notable interpretación vocal a cargo de una cantante relativamente limitada como Cracknell, la convierten inesperadamente en uno de los momentos álgidos del disco. "Brand New Me" sustituye melancolía por jovialidad, y lanza un mensaje de cambio personal en el que interviene Janet Planet, vocalista y mitad del dúo australiano Confidence Man. Con un resultado un tanto alejado del indie-disco de los australianos, pero tan contagioso que ha sido recientemente elegida como tercer sencillo. Si bien en mi opinión había opciones más obvias a extraer, pues al fin y al cabo estamos ante sólo tres minutos de una composición cuyas estrofas carecen de melodía. Pero la original parte nueva, con ese singular sintetizador que la preside, los samples que la adornan puntualmente, y la sección de viento a lo Pixey que refuerza sus estribillos, contribuyen a que refuerce las emociones que pretende evocar. El octavo corte es para "Take Me To The Pilot", también seleccionado como segundo sencillo. Quizá porque se trata de la colaboración con Paul Hartnoll, la mitad del legandario dúo de música electrónica Orbital. Algo que se aprecia sobre todo en la programación cruda y en el bajo monocorde que lo vertebra (a pesar de que la melodía se apoya en una progresión armónica elaborada). Los sintetizadores de notas cortas sí que logran emparentar la huella sonora de Hartnoll con la de Stanley y Wiggs, y el carrusel de electrónica que viene y va consigue un buen resultado, pero al tema le faltan en mi opinión unas estrofas en las que Cracknell hubiera podido dar más de sí.
"Two Lovers" es fruto de la colaboración con el veterano Vince Clarke, fundador de Depeche Mode y cerebro durante más de cuarenta años del dúo de pop-electrónico Erasure. Quizá sea el colaborador que menos impronta ha dejado en su canción (salvo un comienzo que puede recordar vagamente al de su clásico "Victim Of Love"), pues la elegante melodía pop que nos ofrece se aleja del pop obvio y un tanto blando que ha caracterizado su trayectoria junto a Andy Bell en estas dos últimas décadas. Cantada todo el tiempo a dos voces por Cracknell, los juguetones sintetizadores de sus estribillos, el personal "solo" que Clarke nos entrega durante ocho compases, y la parada en la repetición final del estribillo, son recursos conocidos pero que funcionan bien en esta composición. "Why Are You Calling", junto al para mí desconocido Charlie Casey, es el tema más crudo en su letra (como su título fielmente refleja), y más oscuro en su música, con ciertos toques jazzísticos en estrofas y estribillos que conviven con los pasajes sinfónicos en sus puentes, y con unos intervalos instrumentales sorprendetemente desabridos y contundentes. Tal vez sea de los momentos menos brillantes, pero su singularidad y la posición que ocupa en el disco logran que mantenga el tipo lo suficiente. Aunque sea a los puntos, "He's Gone", el penúltimo corte, es mi tema favorito del disco. Y curiosamente es una de las pocas canciones en las que el trío no ha contado con colaboradores. Ello explica tal vez que suene a Saint Etienne puro, en la línea de su EP "Places To Visit" (1999), pero con el sonido de su electro-pop al año 2025. Por lo demás, nos ofrece unas estrofas impecables, y un elaborado puente que da paso a uno de los mejores estribillos del disco, en el que a la voz de Cracknell le acompaña un excelente piano house y ese teclado que hace de cuerdas simuladas. Es cierto que no hay parte nueva, pero con las frases declamadas que rematan el tema en sus tres minutos escasos ("Pump your tires, No looking back this time"), no se echa en falta. Y el cierre a la edición oficial lo pone "Last Time", de elocuente título. Y que, contra lo que cabría esperar, no es una balada sensiblera, sino un medio tiempo con predominio de los pasajes electrónicos y un curioso sample de saxofón para darle colorido a una melodía dulce cuya letra mira al pasado con honestidad, desmitificando lo que pudo haber sido. Un mensaje final que entronca con la propuesta mayormente sofisticada y hedonista de estas doce canciones, a las que pone el broche de oro.
Los cuatro cortes de la edición limitada podrían perfectamente habrían entrado a formar parte del tracklist de casi cualquiera de sus álbumes pop. Por orden, primero nos topamos con "Almost (Sarcevic Electro Mix)", la composición más germánica del disco, que desprende altivez y hasta frialdad en un pasaje que se suaviza un poco en el estribillo. "Spanish Song" posiblemente sea la más prescindible de las cuatro, pues es obvio que recrea la progresión armónica principal y el ritmo dembow de "Despacito", el llenapistas de Luis Fonsi y Daddy Yankee. Aunque con otra melodía y una instrumentación más rica en sintetizadores envolventes y con el añadido de una guitarra eléctrica. "Walk Away From Her" es mi favorito de la terna, un tema sintético y ambiental que a mí me recuerda a las producciones que fabricaba a finales de los noventa Andy Weatherall, plenas de reverberaciones. Es cierto que el cambio de tonalidad de su estribillo puede chocar un poco con el resto de la composición, además de que en el fondo carece de letra que lo sostenga (sólo los "tu-ru-ru-ru" de Cracknell), pero es un tema rítmicamente contagioso, infeccioso instrumentalmente, y en el que la tenebrosidad de estrofas y puente no desencajan. Y el último corte, ahora sí, es "Things Break Down", una canción reposada, nuevamente con un ritmo programado de base hip-hop, y algo más espartana que la mayoría de sus compañeras. Aunque resulta agradable en sus puentes y estribillos, y aporta finalmente una esperable y necesaria dosis de melancolía al cierre de estos más de cincuenta y ocho minutos.
Se supone que la magia del pop es algo que la mayoría de las bandas mantienen sólo durante unos años; con la madurez habitualmente llega el momento de explorar otros terrenos musicales, de tirar de oficio para sacar nuevos discos a flote, de repetirse de manera más o menos descarada para poder seguir saliendo de gira y recaudando dinero con recopilatorios de sus mejores tiempos, o simplemenete de retirarse. Nada de esto aplica a "International", que evidentemente no ha llegado hasta que sus creadores no decidieron que era hora de cerrar. Y que por eso los reivindica tardíamente como una de las mejores bandas de pop de las últimas cuatro décadas. Injustamente infravalorados por su poca presencia en directo y su pose sofisticado y hasta altivo, obras como esta última demuestra que la música pop en su más amplio sentido no se podría entender sin Cracknell, Stanley y Wiggs. Una pena que lo dejen; una alegría que lo hagan de esta manera.
