Uno de los regresos que más se ha hecho de rogar ha sido el de los canadienses Braids. Cinco años nada menos han transcurrido desde que reseñé en este mismo blog "Deep in the iris", su irregular pero a veces maravilloso tercer álbum. Proyectos paralelos primero y la pandemia después nos han impedido disfrutar antes de "Shadow offering". Un álbum que mantiene al trío en su senda tan personal, esa apuesta por un pop elaborado entre indie y experimental, no siempre accesible en una primera escucha pero reconfortante a largo plazo si nos atrevemos a ir descubriendo sus innumerables recovecos. Como en entregas anteriores, el trío prefiere calidad a cantidad, y el disco lo despachan con solamente nueve temas. Pero como suelen elaborar prolijamente sus canciones, la duración sobrepasa los cuarenta y cinco minutos, por lo que no hay reproche posible a ese respecto.
En cuanto al resultado, el álbum puede mirar de tú a tú a su predecesor, lo que ya es bastante. Sigue sin ser un álbum redondo de principio a fin, pero probablemente eso es algo que el trío ni siquiera vista, pues probablemente prefieran explorar su universo creativo y personal aunque ello provoque en ocasiones temas mejor elaborados que fáciles de disfrutar. Desde luego no es música para el consumo de las masas. Ahora bien, a veces dan con la tecla (en especial cuando estructuran las canciones de forma un poco más convencional e intentan que haya estribillos definidos y más compases que se repiten), y cuando lo hacen consiguen evocar en el melómano una sensibilidad y un gusto por la buena música contemporánea que pocos artistas igualan actualmente.
El álbum lo abre "Here 4 U", que hace escasas semanas ha visto la luz también como quinto sencillo. Es un buen reflejo de lo que nos va a ofrecer el álbum: un tema reposado sin ser lento, estupendamente interpretado por la vocalista Raphaelle Standell-Preston, que nos llama la atención con su delicadeza de jardín otoñal para ir luego creciendo a la vez que le añaden instrumentos que complementan ese juguetón sintetizador programado tan omnipresente desde el principio. El sintetizador hipnótico potenciado por el correspondiente pitch repite en el siguiente corte, "Young buck", segundo sencillo y para mí el mejor tema del álbum: una reconocible historia sobre un chico joven que no conviene a Standell-Preston, quien sin embargo se desespera por no poder conseguir su atención, que acelera el tempo y lo enriquece con una preciosa melodía, muy difícil de interpretar, con un estribillo de una sensibilidad apabullante que se adhiere sin remedio (ese "being loved by you...") y unas armonías de gran calidad. Después de semejante exhibición, "Eclipse", el siguiente corte, parece un tema menor, pero hay que destacar que fue el primer sencillo a finales del año pasado, lo que da una idea de lo que le gusta a la banda: en este caso es el piano el que nos envuelve con su melodía circular, y la interpretación vocal es irreprochable, pero su experimentalidad un tanto derivativa lo convierte en un tema muy difícil para el público en general.
El cuarto corte fue también el cuarto sencillo a principios de mayo, y es mi segundo momento preferido del álbum: "Just let me" es, ahora sí, una balada con piano y voz, pero desde luego no una balada convencional. Casi podemos intuir el barroquismo de los mejores Florence & The Machine, pero con una introspección y una capacidad evocadora tremendas. Además, a pesar de su calidad, renuncian a repetir el estribillo tras la segunda estrofa y emprenden un camino por nuevas partes emparentadas sólo en parte con las ya interpretadas, hasta conseguir desembocar en ese brillante estribillo sabiamente acompañado por guitarras acústica y eléctrica según lo va requiriendo el tema, y con una coda final difícil de olvidar gracias a ese recurrente "Where did our love go?" que les permite exhibir lo buenos instrumentistas que son. A partir de aquí el álbum baja ligeramente de nivel, o al menos nos ofrece menos asideros reconocibles a los que agarrarse: "Upheaval II" no es un mal tema, a pesar de que quizá recuerde más de la cuenta a Tori Amos, pero le falta gancho en su melodía, y el extraño interludio instrumental no ayuda a sacar brillo a su ominoso tramo final, sin duda lo mejor (aunque le sobre algo de minutaje). "Fear of men" es un poco más accesible y quizá se sitúa en un escalón superior: otro loop de sintetizador, otro estribillo de notas muy altas, otra composición que va incorporando guitarras a la siempre compleja y extraña batería, y otro carrusel de tramos y pasajes que pueden desorientar, aunque el estribillo es reconocible y disfrutable.
El último tercio del álbum lo comanda "Snow angel", tercer sencillo y también mi tercer tema favorito, una exhibición de nada menos que ¡nueve minutos! (también en su helador vídeo), de guitarra dramática como contrapunto a otro sintetizador obsesivo, que sin embargo no se hace pesado gracias a su tempo alto, sus excelentes armonías, otra excelente interpretación vocal de Standell-Preston para una larguísima melodía, complementada con esa subyugante parte medio declamada-medio cantada hacia la mitad, y la sorpresa final de ese cambio de tonalidad, dulcificando el angustioso panorama de los siete minutos anteriores. "Ocean" es otro tema lento (llamarlo balada con tanto pasaje envolvente sería demasiado) en el que resplandece un complicadísimo de interpretar estribillo, aunque quizá su ubicación en el álbum, considerandi lo que exige para su disfrute, le reste algún punto. Y "Note to self" pone el cierre remitiéndonos a otra original batería, a otra buena interpretación vocal, a otra apuesta por la elaboración instrumental, pero también a otra considerable dosis de exploración arty que puede no dejar el mejor sabor de boca.
Es posible que el álbum les haya quedado un poco más orgánico de lo que planeaban (muchas veces la electrónica se reduce a esos omnipresentes loops sintetizados y algún que otro teclado suelto). Pero no han caído en el error de abrumar con temas lentos que lo hubieran hecho más indigesto, y sí en el acierto de anteponer sus convicciones musicales a la siempre tentadora comercialidad, incluso a la hora de ordenar el tracklist. Con lo que van a seguir siendo una banda para minorías de amplios conocimientos musicales, que no aspira a entrar en la lista de ventas pero sí a tener una carrera ya consolidada de discos notables que serán igual o más apreciados conforme pasen los años. Así que ya sabe: si le apetece explorar un nuevo álbum diferente pero con talento en estas semanas de vacaciones un tanto atípicas, "Shadow offering" es una excelente opción. Eso sí, melómanos de consumo fácil abstenerse.
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